Por regla general, tanto en la sanidad como en el resto de las actividades económicas de España no se puede
cobrar una pensión si se tiene un trabajo remunerado. Solo existen un puñado de excepciones, como la jubilación flexible, que sin embargo “no permiten compatibilizar de una forma completa” ambas retribuciones “ni facilitan la transición gradual” del trabajo al retiro, deslizan investigadores de la
Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). A su juicio, esta concepción férrea de la legislación laboral choca de bruces contra el paulatino envejecimiento de la población. La “única vía” pasa por permitir a los trabajadores que lo deseen “ser productivos más allá de la edad legal de retiro”, lo que, aplicado al
Sistema Nacional de Salud (SNS), implicaría el ‘perfeccionamiento’ de la ya imperante jubilación anticipada mejorada.
“El sistema de jubilación actual, donde el trabajador
pasa de trabajar 40 horas a la semana a trabajar cero, carece de lógica”, sentencian
José Ignacio Conde-Ruiz y Sergi Jiménez-Martin en un
informe sobre jubilación y envejecimiento en el que defienden “dar una vuelta de calcetín” al modelo actual de pensiones. El objetivo no es solo “dejar de desaprovechar todo el talento senior” que se pierde cuando estos trabajadores se retiran, sino minimizar el ‘agujero’ económico que provoca el hecho de disponer de una
población cada vez más envejecida.
"Los trabajadores no pasarán necesariamente de trabajar a jubilarse en una sola noche"
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En su estudio, los investigadores de Fedea reconocen que este proceso “no debe ser homogéneo para todos los trabajadores”, dado que se deben tener en cuenta “cómo de
dura o exigente físicamente es la profesión y el estado de salud del trabajador”. Precisamente, los agentes sociales vienen reclamando un modelo de
jubilación más flexible atendiendo a las características de “penosidad” y “peligrosidad” de la labor médica y enfermera.
En este sentido, Conde-Ruiz y Jiménez-Martín inciden en que el proceso de jubilación “
debe ser flexible, en el sentido de que los trabajadores no pasarán necesariamente de trabajar a jubilarse en una sola noche” sino que se producirá una “
reducción gradual de la jornada laboral” haciéndola “asequible a todos los trabajadores”.
“Una vez alcanzada la edad normal de jubilación, el sistema debe permitir, si así lo desea el trabajador, la plena compatibilidad entre la
percepción de la pensión (completa) y el salario”, sentencian.
Jubilación activa mejorada en el SNS
A finales de 2022, el
Ministerio de Seguridad Social autorizó la
jubilación activa d
e médicos y enfermeros con una vigencia de tres años. Este modelo permite a los profesionales
extender su trayectoria laboral a la vez que perciben el 75 por ciento de su pensión.
Asimismo, el Gobierno abrió la puerta a un régimen de jubilación activa parcial con el
50 por ciento de la jornada compatible con el 75 por ciento de la pensión.
Defectos de los modelos de jubilación flexible actuales
Se trata, en cualquier caso, de una vía con fecha de 'caducidad'. Por otro lado, los autores del estudio de Fedea destaca que a nivel nacional solo hay algunas excepciones para estas reglas de incompatibilidad: la jubilación activa, la parcial/flexible y la compatible con trabajo autónomo. Estas singularidades son muy rígidas en cuanto al porcentaje de jornada que se puede seguir trabajando tras la jubilación, yademás, su diseño genera
“claros desincentivos a la compatibilidad”.
Por ejemplo, en el caso de la jubilación parcial actual se exige cotizar como si fuera un contrato a tiempo completo y se obliga a la empresa a firmar un contrato de relevo con un nuevo trabajador. La jubilación flexible, por su parte, mantiene
severas restricciones de jornada y el correspondiente
recorte de la pensión.
“En consecuencia, ni la jubilación parcial, ni la jubilación activa, ni el trabajo retribuido por cuenta propia, ni la jubilación flexible, permiten compatibilizar de una forma completa y general el cobro de la pensión con el trabajo retribuido, ni facilitan la transición gradual desde el trabajo hasta la jubilación”, sentencian.
Los investigadores reiteran que la actual incompatibilidad entre el trabajo retribuido el cobro de la pensión podría no ser un problema si la tasa de sustitución del salario del pensionista es alta. "Pero si la caída de ingresos es fuerte puede causar un
perjuicio económico significativo”, apuntan.
El fundamento detrás de la incompatibilidad de la jubilación con el trabajo retribuido se encuentra en las legislaciones de Seguridad Social desarrolladas a lo largo del siglo XX, cuando el dividendo demográfico era generalmente positivo y de una magnitud importante, “lo que permitía mantener unas tasas de sustitución elevadas sin un
gran estrés fiscal”. Además, se pensaba erróneamente que alcanzar una cierta edad suponía la
imposibilidad física o psíquica de trabajar y que la retirada de los trabajadores mayores ayudaba a mejorar las condiciones laborales de los jóvenes.
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