En el instante de realizarse un
tatuaje, buena parte de la tinta alojada en la dermis inicia de forma natural un largo y complejo viaje, en ocasiones de varios años de duración, a bordo de los macrófagos y con destino a los ganglios y otros órganos del
sistema linfático. Sin embargo, según la
Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), no existen evidencias de que la presencia de estos pigmentos en los ganglios linfáticos ocasione algún tipo de patología, a pesar de las altas concentraciones de
hidrocarburos policíclicos aromáticos (PHA) allí encontrados.
“Una cosa es que se haya visto este efecto, es decir que los PHA se acumulen en los ganglios, y que en base a ello se genere una hipótesis de trabajo, y otra muy distinta es que existan evidencias científicas de que ello se cumpla y generen un efecto negativo sobre ellos. En este sentido,
no existen tales evidencias”, afirma el dermatólogo Donís Muñoz. En relación a si los tatuajes pueden generar mayor riesgo de desarrollar un cáncer, este experto explica que las tintas negras son
potencialmente cancerígenas por su alto contenido en hidrocarburos aromáticos, pero añade que “no hay ningún dato que demuestre que ello genere más casos de cáncer o problemas de salud en la vida real”.
El especialista responde así a
un estudio publicado en
Scientific Reports: “Los autores de este trabajo advierten, sin demostrarlo, de que la presencia de tinta en los ganglios puede generar un
detrimento del sistema inmunológico, pero también existen otros estudios que muestran lo contrario, por ejemplo, un trabajo publicado en
American Journal of Human Biology (2016) por investigadores de la Universidad de Alabama, en el que se ve que cuantos más tatuajes, mayor es la
inmunidad que tienen las personas”, indica Muñoz. Otro estudio realizado Copenhague (Dinamarca) en cobayas trataba de demostrar que la piel tatuada de negro, si se exponía continuamente a radiaciones ultravioleta, conllevaría a un mayor riesgo de contraer
cáncer de piel. “Las conclusiones de este trabajo fueron bien distintas ya que la incidencia de cáncer de piel en los cobayas tatuados fue bastante menor”, añade.
Lo que sí puede ocurrir es que la acumulación de los pigmentos en los ganglios linfáticos altere los resultados de
pruebas diagnósticas. “Efectivamente, estos depósitos de tinta pueden generar graves errores de interpretación dando falsos positivos tras la realización de pruebas diagnósticas por imágenes mediante PET/TAC o en la
detección del ganglio centinela en pacientes con melanoma. Es por ello recomendable que toda persona tatuada o que haya tenido un tatuaje se lo advierta al radiólogo antes de realizarse alguna de estas pruebas diagnósticas. Con ello evitaremos estos graves errores”, señala el dermatólogo.
Eliminación de tatuajes con láser
En relación con la eliminación de tatuajes con láser, el estudio de
Scientific Reports no demuestra un vínculo entre esta técnica y los posibles problemas generados por una mayor migración de los pigmentos de tinta hacia los ganglios, sólo establece una hipótesis de trabajo que en la práctica clínica diaria no se da. No obstante, la eliminación de tatuajes sí que puede generar otros problemas como
cicatrices hipertróficas o reacciones inflamatorias locales y sistémicas, entre otros.
“Los tatuajes se deben quitar
siempre bajo control médico, directamente por un dermatólogo. Hay estudios que muestran que el número de complicaciones en la eliminación de los tatuajes es proporcional a la profesionalidad y experiencia de la persona que los quita. Porque hay gente que los elimina y no tiene ninguna preparación. Quitar tatuajes no es una tarea fácil y previsible. Todo lo contrario.
El dermatólogo es quien conoce mejor la piel, el que puede predecir problemas, detectarlos a tiempo y tener capacidad para aplicar un correcto tratamiento”, concluye Muñoz.
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