Juan Llorente y Begoña García.
El
asesinato de María Eugenia Moreno, médico residente de cuarto año, sacudió al país entero. Pero fue en Moratalla, en el pueblo murciano en el que trabajaba la joven, donde la conmoción fue mayor.
Juan Llorente Martínez, el alcalde la localidad, estaba en la cama cuando sucedieron los hechos. "Fue una noche muy dolorosa para la familia y para toda la corporación que estaba en el
Ayuntamiento. También lo fue para el pueblo, una cosa lamentable, con una tensión grandísima", recuerda Llorente con
gran tristeza: "Es una noche que es mejor no recordarla y que no se hubiera vivido nunca".
Durante los días posteriores, rememora Llorente, se sucedieron los actos en recuerdo y
homenaje a María Eugenia. "Se inauguró una plaza en su nombre y se hicieron actos de los colegios de médicos. También en Bullas, donde vivía y también estuvo trabajando".
Conocidas del pueblo
Fue ahí donde la conoció Begoña García Retegui, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea Regional de Murcia. "Yo conocía a María Eugenia y fue
especialmente duro, también por cómo cómo se desarrollaron los acontecimientos, fue brutal lo que sucedió", lamenta la política y médico de Atenión Primaria: "Los que hemos trabajado en los
pueblos y hemos estado de guardia solos en los consultorios, somos conscientes de que
es muy duro. Lo sientes más
García destaca que en la mayoría de centros no hay seguridad
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cerca y piensas que te ha podido suceder a ti”, se sincera.
Retegui es consciente de que, aunque ha habido ciertas mejoras como el
botón del pánico, las medidas de seguridad son escasas. "Si tú estás en un consultorio o en una sala de Urgencias, pero en el pasillo o en la entrada de recepción; en la mayoría de los centros no hay personalidad de seguridad y estás indefensa", considera.
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Hay situaciones que son inevitables", cree la portavoz socialista, que responde con crudeza sobre qué medidas de prevención se podrían llevar a cabo: "Evitar la
muerte de un trabajador en su puesto de trabajo es muy difícil en esa circunstancia. Si alguien quiere matar no lo tiene tan difícil cuando estamos solos, por ejemplo".
Conocedora del caso, Retegui cree que "la familia no ha encontrado en la Administración ninguna satisfacción. El servicio murciano de salud, expone, "tuvo
coste cero más allá del apoyo personal que hayan podido manifestar a la familia. No tuvo consideración sobre el agravio de su muerte para pagarle una indemnización".
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