El
herpes genital es una
enfermedad de transmisión sexual producida por el virus del herpes. De las
infecciones por el virus del herpes, la localización genital es una de las más frecuentes. El herpes genital es una infección crónica, que cursa con recurrencias, pero que no puede erradicarse completamente. En general, pasados unos años, la infección puede llegar a producir pocas molestias.
¿Cómo se contagia el herpes genital?
El contagio del herpes genital se realiza por
contacto sexual, tanto desde personas que tienen lesiones ulcerativas típicas de la enfermedad, como desde personas sin lesiones ulcerativas pero infectadas por el virus, en los que la mucosa genital (vagina, glande, uretra, etc.) aunque aparentemente sea normal está transmitiendo virus desde su superficie.
Inmediatamente después del contagio se pueden o no producir manifestaciones clínicas. Posteriormente este virus puede quedarse latente, como “dormido” y reactivarse en determinadas circunstancias.
Existen 2 tipos de virus de herpes, el virus herpes tipo 1 y el tipo 2. Ambos virus pueden producir infecciones genitales si bien las reactivaciones del herpes genital son más frecuentes cuando la infección ha sido por el virus del herpes tipo 2. Algo menos del 15% de la población de los países occidentales ha tenido contacto con el herpes tipo 2, siendo mayor esta frecuencia cuanto mayor haya sido el número de contactos sexuales.
Síntomas del herpes genital
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Primera infección por el virus del herpes genital (primoinfección). Cuando se adquiere la infección por primera vez el tiempo de incubación (desde que se tiene el contacto hasta que aparecen los primeros síntomas) suele oscilar entre dos días y una semana. En ocasiones no se produce ningún síntoma pero con frecuencia aparecen síntomas generales como fiebre, malestar general y dolores musculares. Junto a estos síntomas puede aparecer dolor o picor genital, escozor al orinar, emisión de líquido purulento por la uretra o la vagina y aparición de ganglios en la ingle. Tanto en las mujeres en la zona de la vulva como en los hombres en la zona del glande pueden verse lesiones vesiculosas rellenas de líquido o lesiones ulceradas con fondo blanquecino. Si la infección se ha adquirido tras una relación anal, las lesiones pueden localizarse a nivel perianal o producir una infección del recto (proctitis). A veces puede haber lesiones alrededor del ano sin que haya existido una relación anal. La infección también puede manifestarse como una uretritis o una cervicitis sin que aparezcan las lesiones típicas de la piel, con lo que el diagnóstico puede ser más complicado y se suele confundir con otras infecciones que también producen uretritis. La infección por herpes raramente puede afectar al endometrio (endometritis) o a las trompas de Falopio (salpingitis) en las mujeres, o a la próstata (prostatitis) en los varones.
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Reactivaciones o recurrencias. Las reactivaciones son muy frecuentes durante el año posterior a la infección por el virus del herpes tipo 2. La media de reactivaciones durante el primer año es de 4, aunque 1 de cada 5 personas infectadas puede tener más de 10. En los años sucesivos las recurrencias suelen ser cada vez menores. Las recurrencias suelen manifestarse como úlceras en la zona, si bien suelen ir precedidas por molestias locales que el propio paciente sabe identificar como previas a la aparición de la lesión. Esto es importante porque desde que perciben esas molestias la infección se hace ya muy contagiosa. Es posible que una persona que haya adquirido la infección en un tiempo lejano y sin manifestaciones clínicas hasta entonces, comience con herpes recurrentes años después. Esto es importante a la hora de considerar la posibilidad de que la transmisión haya sido realizada por una pareja anterior a la actual.
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Eliminación de virus en personas sin síntomas. Las personas que han adquirido una infección genital por herpes pueden liberar ocasionalmente virus desde sus mucosas sin tener ningún síntoma. Este hecho es importante dado que pueden estar asintomáticos o asintomáticas y transmitir la enfermedad a contactos sexuales o al recién nacido en el momento del parto.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad?
El diagnóstico del herpes genital suele realizarse
obteniendo material del interior de las vesículas, del fondo de las úlceras o de las secreciones de la uretra y mandándolo a analizar al laboratorio de microbiología. También puede obtenerse desde las secreciones vaginales.
¿Cómo se trata el herpes genital?
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Primer episodio de infección por herpes genital. Se pone tratamiento con antivirales orales (aciclovir u otra medicina de la misma familia) durante varios días. Este tratamiento debe también realizarse en la mujer embarazada que adquiera la infección.
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Recurrencias. El tratamiento consiste en la administración de ciclos de antivirales durante 3 o 4 días. Cuanto antes se inicie el tratamiento al percibir la recurrencia mayor es su eficacia, por lo que se recomienda que el propio paciente disponga de antivirales en su domicilio para su inicio inmediato sin tener que acudir al médico de atención primaria.
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Prevención de recurrencias. Cuando las recurrencias sean muy frecuentes (en general más de 6 al año) puede existir indicación de tratamiento diario con antivirales de por vida.
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En mujeres embarazadas que adquieran la infección o en mujeres embarazadas con recurrencias, se suele recomendar el tratamiento con antivirales iniciado en las semanas previas al parto hasta una vez concluido este.
Además de estos tratamientos se requiere una buena higiene genital, mantener seca la zona, aplicar baños calientes y tomar analgésicos cuando aparezca una recurrencia.
¿Cómo se previene la infección genital por herpes?
El uso de
preservativo es la forma más eficaz para evitar cualquier enfermedad de transmisión sexual. Tras el diagnóstico debe hacerse un estudio de la pareja o de los posibles contactos sexuales para tratar los posibles casos y evitar que la enfermedad continúe extendiéndose. Los pacientes con herpes genital recurrente pueden reconocer ellos mismos reactivaciones de la enfermedad sin que aparezcan lesiones características o antes de que estas aparezcan. Durante dichas reactivaciones, la enfermedad es mucho más contagiosa por lo que deben evitar las relaciones sexuales no protegidas.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.