Celia Villalobos, la ministra de Sanidad que no quería serlo y fue rebelde

La actividad parlamentaria sigue siendo el 'pan de cada día' de Celia Villalobos, incluso años después de abandonar las cámaras. Como política 'de pura cepa', seguir de cerca el pulso del sector resulta algo casi irremediable. Mantenerse actualizada ha pasado de ser un deber a un hábito en la vida de la antigua ministra de Sanidad, con más de tres décadas en primera fila. Aunque se niega a echar la vista atrás, la exdiputada sopesa los fallos y aciertos que marcaron su carrera en la Administración sanitaria a través de esta nueva entrega del pódcast 'Líderes Sanitarias'. 



Rebelde por naturaleza, siempre ha tenido meridianamente claro hacia donde quería enfocar su labor como política, aunque ello supusiera ir en contra de su propio partido. Lo importante era mantenerse fiel a sus ideales, fuera como alcaldesa, ministra, eurodiputada, diputada del Partido Popular o vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados.

Guerra con las 'pharmas' 

Por ello, cuanto llegó al Ministerio de Sanidad en el 2000, desempolvó aquellos temas "prioritarios" que llevaban años metidos en un cajón, como la unificación del MIR de Comunitaria con el resto de especialidades o el impulso de la investigación para enfermedades raras. En su opinión, "se hizo en dos años lo que no se había hecho en diez", incluida la aprobación del acceso a la conocida como 'píldora del día después' o la Ley de medicamentos genéricos, lo cual le costaría enfrentamientos con sus compañeros y con el sector farmacéutico. 

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Ya desde la barrera, confía en que su sucesora, la nueva ministra de Sanidad, Mónica García, continúe regando aquellas semillas que consiguió plantar en materia de inspección y apueste por políticas que garanticen la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres a los puestos directivos.