La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha vuelto a poner el foco de atención en una verdad innegable y conocida por todos. La prevención evita muchas muertes.
Según sus últimos cálculos, cada año mueren 16 millones de personas en el mundo por enfermedades no transmisibles prematuras (antes de los 70 años). Unos fallecimientos vinculados a procesos pulmonares, cardiovasculares, tumores… y otras enfermedades estrechamente relacionadas con estilos de vida no saludables (tabaquismo, abuso del alcohol, sedentarismo, mala alimentación…)
Se trata de unos datos que deberían hacer reaccionar a nuestros responsables sanitarios, los cuales, lamentablemente, siguen desarrollando políticas en las que las actuaciones preventivas y de promoción de hábitos de vida saludables resultan, en la mayoría de los casos, la 'hermana pobre'.
Sí escuchamos de sus bocas en reiteradas ocasiones que son plenamente conscientes de la necesidad de invertir más en prevención pero la realidad es que se priorizan siempre otras actuaciones. Una realidad que ha sido más patente en los últimos años de crisis en los que las diferentes administraciones han recortado, y mucho, los presupuestos destinados a este ámbito.
El fondo de la cuestión se encuentra en que nuestro sistema sanitario siempre ha apostado por un modelo de atención asistencialista, orientado al órgano enfermo y focalizado en el centro hospitalario. De esta manera, los esfuerzos económicos, organizativos y materiales se han centrado en el tratamiento y posible cura de la patología cuando ésta ya existe.
Resulta, en mi opinión, absolutamente imprescindible que se acometa un cambio de nuestro actual modelo asistencial para que éste se oriente al paciente, a la persona en su conjunto, y en el que la atención sea integral y continua.
Un modelo más eficiente, sostenible e interrelacionado, en el que realmente se aprovechen las oportunidades que ofrece la Atención Primaria y también la preparación y conocimientos de los profesionales de Enfermería, para informar, sensibilizar y prevenir.
Si hablamos de evitar males futuros, resulta igualmente fundamental trabajar con los niños y jóvenes. En este sentido, la escuela es el lugar idóneo para concienciar desde edades tempranas de los peligros que para la salud conlleva el consumo de alcohol, tabaco, la comida basura, etc…
La Organización Mundial de la Salud también ha echado cuentas y afirma que, con solo con invertir entre 0,86 y 2,58 euros por persona al año, los países pueden disminuir las enfermedades y la mortalidad que provocan estas conductas.
Y es que un sistema de salud, además de ser mucho más eficaz en la prestación preventiva que curativa, resulta mucho más económico, ya que prevenir requiere al final del proceso asistencial una menor inversión que curar.
Este 2015, en el que se aprobarán nuevos presupuestos y nuevos gobiernos asumirán la responsabilidad de dirigir las políticas sanitarias, resulta un momento especialmente decisivo para tomar buena nota sobre lo que organismos e instituciones, como la OMS, señalan reiteradamente.
Deben actuar en consecuencia nuestros gestores, como garantes de la salud pública, pero también todos y cada uno de nosotros, porque en nuestra mano está el cuidarnos. Tenemos que ser plenamente conscientes de nuestra responsabilidad sobre nuestra salud y poner todo lo que esté de nuestra parte para evitar problemas a futuro.
El cuidado de la salud de todos es responsabilidad de todos. Por ello, más vale prevenir… entre todos.