Soy estudiante de
6º de Medicina, seis años ni uno más ni uno menos. Empecé con gran pasión, con plena devoción por esta profesión la cual busca
salvar la vida de personas indefensas ante la enfermedad. Sin embargo este es mi último año de carrera y en mi cabeza no paran de aparecer preguntas sin respuesta que jamás pensé que a estas alturas me haría: ¿Hasta cuando tendré que seguir siendo un mueble en consulta? ¿Cuando aprenderé de verdad? ¿Cuando dejaré de aguantar malos comentarios por querer disfrutar aprendiendo de lo que tanto me ha costado conseguir? ¿Cómo han tenido que formar a los médicos que en teoría son mis referentes para que realicen la docencia que realizan (en el hipotético caso de que la hagan)?
Han pasado 4 meses desde que empecé este último curso y no he parado de oir a mis compañeros sentimientos de
frustración, rabia e impotencia por la calidad de las prácticas hospitalarias. Yo misma me siento incompetente en mi último año de carrera. He leido mucho sobre la situación de los estudiantes de Medicina de otros países y conozco a muchos por congresos internacionales a los que he acudido pero ninguno de ellos me han trasmitido esos sentimientos como lo han hecho mis propios compañeros de carrera.
Recientemente se ha publicado un metaanalis en la revista
JAMA sobre la prevalencia de depresión entre estudiantes de medicina, según sus resultados la prevalencia de sintomas depresivos se acerca al 30 por ciento y
el de ideación suicida al 11 por ciento. Además evidencia que la empatía de los estudiantes disminuye con los años y el sindrome de 'burnout' comienza a afectarnos incluso antes de comenzar la residencia.
¿Qué estamos haciendo?
Creo que ha llegado la hora de que los estudiantes se levanten y griten juntos "que la letra con sangre no entra". Tenemos derecho a unas prácticas hospitalarias de calidad en la que nos sintamos cómodos aprendiendo y disfrutando de una carrera tan gratificante. Tenemos derecho a preguntar, a no saber y a estudiarlo.
Tenemos derecho a equivocarnos y volver a intentarlo. Tenemos derecho a que un adjunto nos dedique su tiempo a enseñarnos sobre la patología que acabamos de ver en el paciente de las 12 sin que ello nos parezca un regalo del cielo. Tenemos derecho a responder sin tener miedo a equivocarnos y que nos juzguen. En definitiva tenemos derecho a aprender.
En unos meses me graduaré y me llamarán "médico", que alegría.
Siento pavor a este momento porque no creo que en estos seis años haya adquirido las competencias básicas para que me otorguen ese mérito. Espero que en unos años cuando ejerza la medicina con seguridad y determinación pueda ayudar a mis estudiantes a conseguir un periodo de formación sin la presión a la que yo he sido sometida, con la oportunidad de equivocarse y de aprender disfrutando.
Lo tengo muy claro querida carrera de Medicina no soy yo ,
eres tú. Termino este escrito con el grito esperanzador de que la situación cambie más pronto que tarde.