Ultimamente cada día nos llega de Estados Unidos una sorpresa nueva, una noticia escandalosa más que viene a poner patas arriba todo el mundo que habíamos conocido hasta ahora. Los trasplantes no podían ser menos, aunque la revolución que se nos viene encima todavía esté en fase de proyecto de ley en el Congreso Norteamericano y no se sepa muy bien cómo va a acabar.
El pasado mes de agosto, cuando ya estaba cantado el giro político que se iba a producir poco después en USA, la congresista republicana por el Estado de Nueva York, Nicole Malliotakis, presentó junto con otros 18 congresistas tanto republicanos como demócratas, el proyecto de ley llamado “
Ending Kidney Deaths Act” (H.R.9275), algo así como
“Ley para acabar con las muertes renales” y dada la mayoría del partido republicano, caben pocas dudas de que se acabará aprobando con mayores o menores modificaciones.
Estados Unidos estudia pagar 50.000 dólares por un riñón donado
La H.R.9275 establece que a toda persona que ceda un riñón “de forma no dirigida”, se le compensará con 50.000$ (al principio eran 100.000$) en reducciones fiscales que se harán efectivas en un plazo de 5 años a razón de 10.000$ anuales. En caso de que lo que tuviera que pagar a la hacienda americana no llegara a esta cantidad, algo probable porque los “donantes” no parece que vayan a surgir de gente con ingresos altos, se les abonaría el resto en efectivo.
Las
donaciones no dirigidas excluyen las que se hacen entre familiares o amigos, que van encaminadas a una persona determinada. Serían equivalentes a lo que en España se ha denominado “buen samaritano” o “donación altruista”, solo que, en este caso,
el altruismo ha sido definitivamente eliminado y cambiado por 50.000$ que pagaría el Estado. El riñón obtenido de esta forma se asignaría al receptor de la lista de espera con mejor compatibilidad de acuerdo con los criterios vigentes en cada momento.
Como era de esperar, el asunto está generando polémica, sobre todo entre algunos (no todos) expertos en trasplante que han liderado durante años las directrices norteamericanas e internacionales en favor de “
generalizar unos estándares éticos que garanticen unos criterios clínicos y unas normas éticas basadas en el consentimiento informado y voluntario del donante, como un acto altruista realizado sin pago económico ni otro tipo de compensación o recompensa” (Resolución 77/236 de la Asamblea General de la ONU, 15-12-22). Un grupo de ellos del máximo nivel, han publicado en el número de
marzo de 2025 de la revista 'Transplantation', órgano oficial de la Sociedad Internacional de Trasplantes (TTS), un artículo en el que dejan clara su opinión de que la propuesta de ley es contraproducente por muchos motivos y va a conseguir lo contrario de lo que se propone aparte de ir
en contra de todos los estándares éticos globales.
"Si (en Estados Unidos) el Estado paga 50.000$ por un riñón, cómo se va a perseguir que un particular pague directamente 100.000$ o por qué los familiares de un donante fallecido no se van a beneficiar de los incentivos económicos pagados por el Estado"
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Los argumentos en contra, expuestos en dicho artículo se centran en que una norma de este estilo va a
desincentivar la donación altruista entre familiares o amigos dado que se podrían obtener los riñones de esta forma sin los riesgos ni las molestias de una donación estándar, y además pagados por el Estado. Más que un aumento de los riñones disponibles se produciría un “efecto desplazamiento” (fenómeno del “
crowding out”) en el origen de los mismos. Por descontado que
los que accedan a vender su riñón procederán mayoritariamente de las clases desfavorecidas, al tiempo que se abriría la puerta a una compraventa directa de riñones. Si el Estado paga 50.000$ por un riñón, cómo se va a perseguir que un particular pague directamente 100.000$ o por qué los familiares de un donante fallecido no se van a beneficiar de los incentivos económicos pagados por el Estado. La introducción de este mercado inicialmente regulado traería presumiblemente como consecuencia un fenómeno de “pendiente deslizante” en el que todo acabaría desregularizado y con una previsible caída de la actividad de donación tanto de personas vivas como fallecidas, paralelas a las de los estándares éticos. De momento y según este grupo de trasplantadores, existe la posibilidad de que el bono de descuento en los impuestos sea transferible a otra persona y de esta forma se cree un
mercado negro paralelo.
El proyecto H.R.9275 se basa en una idea muy simple, planteada y desarrollada durante años por los economistas de la Escuela de Chicago que han ido preparando el terreno en múltiples foros: cuando la demanda de un bien determinado excede la oferta, los precios suben y se genera un estímulo para aumentar la producción y alcanzar un nuevo equilibrio. La norma crearía de esta forma
un mercado regulado en el que se cambiarían riñones por dólares. El problema es que los riñones no se pueden fabricar y el hecho de que se pague por ellos no tiene por qué aumentar obligatoriamente su disponibilidad, aunque si podría llegar a crear una cotización variable para el órgano según oferta y demanda.
Experiencias internacionales: lo que pasó en Irán y China
Los ejemplos internacionales de acciones parecidas, aunque no totalmente equivalentes van en esta línea. En Irán, la implantación de un sistema similar en los años ochenta, hizo caer la donación de personas fallecidas, y acabó estableciendo un sistema mixto de compraventa de riñones de vivo. El paso de Hong Kong a China en 1997 hizo caer la donación altruista de riñón de vivo en un 60-70% en la siguiente década al ser mucho mas fácil irlo a comprar a cualquier ciudad china.
Ya comentamos la
reciente iniciativa de Nueva York en esta línea, aunque mucho más tímida , así como los delirantes
planteamientos preelectorales de Milei, también en esta dirección que luego acabaron en nada. Sin embargo, esto es mucho más elaborado y ya está en el carril legislativo que muy probablemente le permitirá ver la luz, aparte tener en el trumpismo imperante el mejor caldo de cultivo posible.
Ninguna crítica parece importar a los promotores de la ley que como en tantos otros aspectos de la vida parecen decididos a cambiar radicalmente las reglas, opine lo que opine el resto del mundo.
Su predicción de que con esta ley se salvarían 100.000 americanos de la lista de espera solo puede calificarse de
“fake news” a las que tan aficionados son sus promotores. Al tiempo, la repercusión que un hecho de este calibre puede tener en las políticas de donación y trasplante de la comunidad internacional es impredecible, pero todo hace apuntar que serán muy negativas.