Por Nuria Izquierdo-Useros, investigadora del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa
A veces, a mitad de un experimento, te das cuenta de que has pasado algo por alto y necesitas verificar lo que tenías planeado. Tienes poco tiempo y si no tomas la decisión correcta puede que el trabajo de semanas se pierda. En esas circunstancias, el acceso inmediato a información científica revisada y de alta calidad puede salvar tu experimento. Sin embargo, en ocasiones, dicha información se encuentra en revistas para las que no tienes suscripción y por tanto no puedes acceder a su contenido. En esos momentos es cuando uno realmente se da cuenta de la importancia y utilidad concreta que tiene el poder acceder libremente a las publicaciones científicas. Y es que el avance científico ya es de por si tan lento, que tendríamos que buscar fórmulas para favorecerlo al máximo.
La primera ventaja de publicar en revistas de acceso libre va más allá de poder ayudar a alguien que, como yo, pueda necesitar un protocolo en un momento de duda en el laboratorio. Y es que nadie que quiera leer un artículo dejará de hacerlo por no tener una suscripción activa. Esto no sólo maximiza su difusión, sino que promueve la equidad al permitir que investigadores que trabajan en países en vías de desarrollo puedan acceder a los datos si sus instituciones no pueden hacer frente al coste de las suscripciones. También aumenta las probabilidades de citación, aunque evidentemente esto último esté supeditado a la calidad del trabajo en sí. Además, casi todas las revistas de acceso libre son digitales, lo que aporta una serie de herramientas muy útiles desde el punto de vista bibliométrico, que permiten evaluar la repercusión del trabajo con independencia de la revista en la que se publique.
Así, los autores y lectores pueden acceder a estadísticas que reflejan el número de veces que se accede al trabajo, cuanta gente imprime el artículo o baja el PDF, si hay comentarios al respecto en facebook o twitter, o cuanta cobertura recibe el artículo en blogs y medios de comunicación. Quizá estos nuevos indicadores comiencen a tener una mayor repercusión en un futuro no muy lejano, sobre todo si la comunidad científica secunda iniciativas tales como la Declaración sobre Evaluaciones Científicas de San Francisco (DORA), que promueve una mejora en la manera de evaluar los resultados científicos que vaya más allá del factor de impacto supeditado a la revista en que se publica. Por citar un ejemplo cercano: nuestro equipo de investigación, situado en el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa (Barcelona), ha publicado recientemente dos trabajos que describen cómo entra el virus de la inmunodeficiencia humana en las células dendríticas, unas células clave en el inicio de la respuesta inmunitaria, en una revista de acceso libre de la Biblioteca Pública de Ciencias de Estados Unidos (PLoS), y desde el día de su publicación podemos acceder a estas estadísticas de forma constante y gratuita.
Desde 2005, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH) tiene una política de acceso libre que garantiza que todos los trabajos publicados gracias a los fondos estatales sean de libre acceso a través del depósito bibliográfico de PubMed Central. Quizás sea un buen momento para instaurar políticas similares en nuestro país, contribuyendo así a acelerar el avance del conocimiento científico y demostrando nuestro compromiso como sociedad con el futuro de la investigación.