Artículo del portavoz de la Fadsp en respuesta al publicado por Ismael Sánchez, director editorial de Sanitaria 2000, en su sección El retrato y las pinceladas.
Lo primero que llama la atención al leer el artículo
Marciano Sánchez Bayle: un prodigio público es la falta de información o la mala fe de quien lo escribe.
La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp) es una organización que agrupa a más de 10.000 profesionales sanitarios en el conjunto del país. Como suele suceder con este tipo de entidades, que se basan en el altruismo y la voluntariedad, la mayoría de las personas que la componen desarrollan poca actividad en la misma y muchas se limitan a colaborar con sus cuotas y participar de manera esporádica. Por otro lado, la Fadsp tiene una estructura en todas las comunidades autónomas con
líderes reconocidos.
Es comprensible que
ni usted ni los intereses que representa (multinacionales de la farmacia y la tecnología médica, aseguradoras, centros privados y el PP) no puedan entender que exista un amplio sector profesional que rechaza sus planes privatizadores, pero lo que no lo es tanto es que pretendan negar la realidad (mala cosa al fin, ya ven cómo acabó su amigo Fernández Lasquetty, exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid), ninguneando a la Fadsp y reduciéndola a una sola persona. Por otro lado,
esta táctica, de personalización y demonización del contrario, es un viejo uso de la Inquisición y no puede resultar extraño que la utilicen sus herederos ideológicos. Ahora, yo que ustedes tendría cuidado porque, a veces, estas maniobras de intoxicación acaban teniendo un efecto bumerán y producen los efectos contrarios a los pretendidos.
A ver si se enteran, las claves de los éxitos de la Fadsp son dos: la primera y fundamental es
haber sido capaz de analizar y enfrentarse a las maniobras privatizadoras de la sanidad en nuestro país, es decir, el tener razones más que suficientes como, desgraciadamente, han ido demostrando los hechos y el saber articular alternativas y respuestas ante la ofensiva neoliberal o, dicho de otra manera, el haber tenido siempre muchas y poderosas razones en defensa de la salud de la población; y la segunda es
el trabajo, continuado y tenaz durante más de 30 años, que es lo que nos ha dado credibilidad, reconocimiento y respeto. Como ven, no ha habido por el medio ni prodigios ni milagros, solo trabajo y buenas razones. Yo no les recomendaría intentar sacar conclusiones para ninguna escuela de negocios porque hablamos de cosas bien distintas: estas escuelas se basan en el mercadeo y la búsqueda de beneficios, nosotros en el razonamiento, la solidaridad, la ética y el altruismo; tenemos perspectivas diametralmente opuestas.
Si se molestan en mirar las hemerotecas, verán que
la Fadsp ha rechazado todas las jubilaciones forzosas, siempre y en todos sitios, y son los medios los que han optado por dar mayor relevancia a unos u otros casos. En cuanto a mí personalmente,
no puedo sino agradecer la amplia solidaridad que ha despertado mi caso concreto, aunque insisto, mi caso no es especialmente grave y, por supuesto, la mayoría de ese apoyo va dirigido a la Fadsp y a ese movimiento social y profesional que se ha llamado
marea blanca, que ya sé que no les gusta, pero que tiene mucho futuro porque la razón y el trabajo no le va a faltar.