“Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él”, decía John Fitzgerald Kennedy, y con toda la razón. Ahora añadiría algo así como “y saber utilizar las máquinas con inteligencia artificial en su beneficio, nunca cediendo su inteligencia humana ante una máquina”.

La inteligencia humana y la inteligencia artificial son dos formas diferentes de inteligencia, aunque la de la máquina siempre dependerá de lo que la alimente el hombre. La inteligencia humana es la capacidad cognitiva y de aprendizaje de los seres humanos; la inteligencia artificial es la capacidad de las máquinas para realizar tareas que requieren inteligencia humana.

El hombre se caracteriza por tener inteligencia, unos más que otros, los hay muy inteligentes y los hay muy limitados, pero todos tenemos capacidades cognitivas y habilidades para el aprendizaje. La historia demuestra que el hombre tiene capacidad para pensar, razonar, comprender, resolver problemas, adaptarnos a nuevas situaciones, aprender de experiencias pasadas, etc.

Las máquinas dotadas de inteligencia artificial pueden realizar tareas que requieren de pensamiento humano, pueden procesar gran cantidad de datos e información, hacerlo con mucha rapidez, hacer cálculos muy complejos a gran velocidad y con exactitud, incluso en ciertos momentos superar algunos aspectos de la inteligencia humana, pero no olvidemos que una máquina, sin un hombre detrás que la “alimente”, no deja de ser una carcasa con cables, chips, conexiones…etc., que por si solas no son capaces de hacer nada.

Vivimos tiempos en los que los conocimientos en relación con la llamada inteligencia artificial aumentan de forma exponencial. Las máquinas que crea el hombre, siempre como consecuencia de la utilización de su inteligencia, cada día son más potentes, almacenan y procesan más información, “piensan” más rápido y ejecutan las ordenes con mayor certeza, lo hacen superando las capacidades de cualquier ser humano, pero en ningún caso pueden ser autónomas, siempre tienen una mano humana detrás que las controla y alimenta.

Da miedo pensar que las máquinas cada día son más capaces de acercarse a las capacidades de la inteligencia humana, que mejoran de forma clara algunas de las características de esta, que pueden pensar mejor y más rápido que nosotros, que parece que no tienen límite en sus capacidades y habilidades.


"Es importante abordar seriamente lo que la inteligencia artificial aporta y saber dónde ponemos los límites, si es que hay que ponerlos"



Merece la pena leer este artículo del Profesor Julio Mayol publicado recientemente: 'Inteligencia artificial generativa y educación médica', que en sus conclusiones dice, y cito textualmente, “hay que reconocer que la IAG plantea una serie de desafíos éticos, legales, sociales y pedagógicos que deben ser abordados con rigor y precaución”, sabias palabras que deben hacernos pensar que es importante abordar seriamente lo que la inteligencia artificial aporta y saber dónde ponemos los límites, si es que llegamos a la conclusión de que es necesario poner límites.

Se abre un apasionante campo para analizar y debatir si debe haber límites, si la accesibilidad universal y sin restricciones puede ocasionar mas problemas que soluciones, si seremos capaces de utilizar esta herramienta en el beneficio de la humanidad y no para crear nuevos males, ser capaces de no alimentar a una fiera que nos Devore. Y concluyo con una confesión: alguna de las frases de este artículo, no literales, pero si en su idea, han sido obtenidas mediante ChatGPT. Y sobre esto último, recordar esta frase de Aristóteles: “La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica".