Nos encontramos inmersos en plena campaña de vacunación frente a la gripe, una infección respiratoria que no solo supone un problema de salud pública por sus elevados niveles de incidencia, sino también por su capacidad de descompensar enfermedades crónicas como la EPOC, el asma o las enfermedades cardiacas y de incrementar la probabilidad de padecer otra patologías respiratoria tan peligrosa como la neumonía neumocócica.
Así, en el contexto del Día Mundial de la Neumonía es necesario realizar una llamada de atención sobre esta enfermedad infecciosa provocada por distintos patógenos, que puede afectar a personas de todas las edades y que causa cada año, solo en España, cerca de 90.000 hospitalizaciones y unos 15.000 fallecimientos. A estas cifras hay que sumar que, según investigaciones recientes, quienes la superan tienen más probabilidades de fallecer en los siguientes 10 años que el resto de la población.
En la tarea de reducir la incidencia y la letalidad generada por esta infección, los médicos debemos convertirnos en el mejor aliado de nuestros pacientes en la medida que consigamos que todos aquellos que acudan a nuestra consulta, se conciencien sobre la realidad que supone esta enfermedad, para ellos como personas y para nuestro sistema de salud. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la neumonía es una de las tres principales causas de muerte globales. De hecho, cada 20 segundos muere un niño por neumonía y supone también un serio problema de salud para los adultos, especialmente para aquellos con patologías previas. Así las cosas, cada año mueren más personas por esta enfermedad que por patologías tan devastadoras como el cáncer de pulmón o el VIH/SIDA.
Por este motivo, y más allá de la carga simbólica que presenta esta efeméride, debemos plantearnos la celebración de este Día Mundial como una oportunidad para mejorar la salud de nuestra sociedad intentando erradicar esta enfermedad. Ya no solo por el impacto positivo que tendría sobre la sostenibilidad del sistema sanitario, sino por la trascendencia que tendría para la mejora de la calidad de vida de las personas, sobre todo de aquellas que presentan algún tipo de patología respiratoria asociada.
En definitiva, el Día Mundial de la Neumonía ha de ser un día para la reflexión y la toma de conciencia, desde el ámbito sanitario -pero también desde el político y el social-, de la importancia de utilizar todos los mecanismos a nuestro alcance para combatirla. Y en este punto, las vacunas, con una eficacia y seguridad científicamente avalada, deben jugar un papel fundamental. Porque, en mi opinión, no hay mejor medida de prevención que la vacunación y porque, teniendo a nuestra disposición el mejor mecanismo de protección frente a una patología tan peligrosa como la neumonía, resultaría un error fatal no utilizarlo.