Nunca oímos en los medios de comunicación noticias tales como “un hipertenso atraca un banco…” o “ el asesino de la anciana capturado esta mañana estaba en tratamiento oncológico desde hacía meses”. Sin embargo, cambien la palabra hipertenso por
“enfermo mental” y tratamiento oncológico por “ tratamiento psiquiátrico” y desgraciadamente seguro que les viene a la memoria algún
titular periodístico.
Atribuir una mayor
peligrosidad a los
enfermos mentales no solo es una falsedad, es también una vejación hacia un grupo de pacientes que se ven estigmatizados cada vez que en medios de comunicación, redes sociales e incluso en conversaciones entre amigos y conocidos, se vincula un hecho criminal con unos supuestos antecedentes psiquiátricos.
Tras los atentados terroristas de Barcelona, he tenido que escuchar en alguna tertulia radiofónica comentarios acerca de la probable condición
psicopatológica de los terroristas como explicación de la
sinrazón. La sociedad actual que
intenta vivir de espaldas al dolor y a la muerte, busca argumentos para explicar lo inesperadamente cruel o dramático y para lo que altera la certidumbre y seguridad en la que a todos nos gustaría vivir. Y en esa búsqueda de explicaciones, con demasiada frecuencia todavía, se recurre a la condición mental de las personas para explicar la maldad. Desde la
Salud Mental y de la
Psiquiatría, la generalidad de los profesionales y de las sociedades científicas, llevamos intentando combatir, sin completo éxito, desde hace muchos años el estigma vinculado a la peligrosidad del enfermo mental.
Otro caso reciente en el que se ha relacionado la alteración de lo psíquico con el presunto
delito, ha sido la
detención por la Policía de una auxiliar de enfermería de un hospital madrileño para investigar su implicación en
diversas muertes acaecidas en relación a su tarea asistencial.
En este caso no han sido los medios de comunicación, al menos en lo que yo conozco, salvo alguno que habla del “
perfil psicosomático de la sanitaria” sino las
redes sociales las que han utilizado el más
detestable de los sinónimos de enferma mental, para referirse a la auxiliar detenida con frases como : “menuda
loca psicópata”, “puta loca de mierda”…. pero ante ese vejatorio vínculo que algunos establecen
entre la locura y el asesinato ha sido en la misma red social donde, ante esa turba de comentarios estigmatizantes para la enfermedad mental, alguien clama:
“la psicopatía no es una enfermedad mental… la maldad existe”. ¡Eureka! algo va calando en la población cuando en esa conversación globalizada, y anonimizada muchas veces, que son las redes sociales , alguien por fin replica para
evitar estigmatizar la patología mental con el crimen y la peligrosidad.
En relación a este caso concreto y al abordaje de los problemas de salud mental de los profesionales de la sanidad pública madrileña, habría que transmitir a la ciudadanía que hace más de 10 años la Consejería de Sanidad de Madrid puso en marcha el Programa de Atención al Profesional Sanitario Enfermo (
PAIPSE). Fue una iniciativa de la Administración Sanitaria de la
Comunidad de Madrid que ponía a disposición de los profesionales que presentasen algún problema relacionado con la salud mental, al objeto de prestarles la ayuda necesaria, de favorecer su rehabilitación y de reforzar la seguridad y la calidad de los actos profesionales.
Hasta entonces iniciativas como esta solo se había desarrollado en el ámbito privado del Colegio de Médicos de Barcelona para médicos exclusivamente. Madrid fue pionero, una vez más , en mejora de su Sanidad, creando un
programa de carácter público para atender a sus profesionales y por ende a sus pacientes.
Es
lamentable que en este suceso de la
auxiliar de enfermería, aparezcan
oportunistas que ante un caso sujeto a secreto de sumario ya hayan juzgado y estén reclamando a la
Consejería de Sanidad la responsabilidad de las muertes por negligencia en la vigilancia del caso. Parecen olvidar quienes hacen tal denuncia, que en los hospitales nos dedicamos a tratar pacientes a aliviar su sufrimiento y en el mejor de los casos a erradicar enfermedades que padecen. No somos policías ni investigadores avezados de lo presuntamente delictivo. Además los responsables sanitarios no podemos tomar decisiones en relación a la vida laboral de un profesional en base a
“rumores y sospechas”. Al menos en un estado democrático, eso no es suficiente para apartar a alguien de su trabajo. Precisamente por ello la investigación corrió a cargo de las autoridades judiciales y policiales que son quienes finalmente intervinieron.
Como
director de los Servicios de Salud Mental de la Comunidad de Madrid que fui desde 2001 a 2007, y por tanto como testigo y responsable de la atención en salud mental que se proporcionó a las víctimas de los
atentados del 11-M y de la creación del PAIPSE para atender los problemas de
salud mental de los profesionales sanitarios; los dos desgraciados hechos recientemente acaecidos me han motivado a compartir esta reflexión y a manifestar mi solidaridad con los responsables sanitarios que tanto en un caso como en otro han de asumir eventualidades sobrevenidas bajo la incomprensión y la injusta mirada de instancias demagógicas e interesadas.
Quisiera terminar como empezaba:
la maldad existe y no es una enfermedad mental, y también con un ruego y una advertencia. El ruego está destinado a los medios de comunicación y a los usuarios de redes sociales:
NO psiquiatricen las conductas antisociales, por que
NO hay ni habrá una solución médica para un problema social .Y la advertencia es para el público general: no busquen en la enfermedad mental ninguna relación con los actos criminales como los referidos, y sepan que al contrario que muchas enfermedades para las que hay medidas profilácticas, para los efectos de la maldad ,ya instalada en el ser humano, no hay prevención totalmente eficaz que la Sociedad pueda hacer.