Desde que conocimos las propuestas de la Dirección de Muface para los presupuestos de 2015, desde CSI.F venimos manifestando nuestra preocupación por la situación de no retorno a la que se puede haber llegado tras varios años de una política suicida con el futuro de Muface y del mutualismo en general. Desde que empezó la crisis hemos denunciado la insensibilidad de los diferentes Gobiernos con la responsabilidad que tienen contraída con los funcionarios por mantener el mutualismo administrativo, que no es otra cosa que la forma de atender su asistencia sanitaria y su protección social. Desde que empezó la crisis se ha reducido escandalosamente la financiación de Muface.
Para ilustrar esta situación recogemos los datos de la propia Mutualidad. Desde 2009 hasta 2013 su presupuesto se redujo en un 21,4 por ciento. ¿Como ha podido funcionar la mutualidad en estos años? Pues comiéndose en cinco años el remante de tesorería, la hucha de la mutualidad, algo parecido, salvando las distancias, al fondo de reserva de las Pensiones de la Seguridad Social. Una hucha que tenía más de mil millones de euros y ahora está reducido a menos de cien. Hacienda se ha ahorrado unos euros pero ha puesto en peligro al continuidad del modelo mutualista. Para 2014 solo se pudo utilizar 71 millones de euros, y para 2015 ya no se utiliza nada, porque nada queda. La situación es tan angustiosa que ha habido que habilitar un crédito extraordinario para Muface (por falta de liquidez) para hacer frente a los pagos de enero y febrero.
Para hacernos una idea de la política suicida que se ha seguido en estos años de crisis, desde 2010 hasta 2015, se ha reducido la aportación de Hacienda (contando Hacienda más remanente cuando ha existido) en alrededor de 124 millones de euros. Este descenso ha tenido como consecuencia los primeros recortes de la historia del mutualismo en ortodoncia, prótesis, gafas, becas, ayuda en la compra de vivienda, subsidio por defunción, por jubilación, termalismo, etc. Además, por efecto de la congelación de las OEP, en los últimos 3 años han descendido los mutualistas en más de 10.000, frente a los 30.000 de media que entraban cada año. La consecuencia de esto es el envejecimiento del colectivo que ha pasado de una correlación entre activos y jubilados del 80-20 al 70-30.
Cada una de estas variables por separado ya necesitaría la declaración de crisis interna y la elaboración de un plan especial de intervención. Pues bien, ¿cuál ha sido la respuesta de los responsables directos (léase Montoro y su equipo)?¿Cuál ha sido la preocupación del equipo de Hacienda por la situación crítica que atraviesa la protección social y asistencia sanitaria de sus propios empleados? La respuesta ha venido en la misma línea que ha ido todo lo referente a los empleados públicos de este gobierno, congelación de las primas para asistencia sanitaria en 2014 y una subida del 0,9 por ciento para 2015 para compensar la subida del IVA del 10 al 21 por ciento. En los medios de la mutualidad consideramos una nueva congelación disfrazada, de una manera insolente, de una subida trampa.
Como resultado de esta manifiesta insensibilidad, o maquiavélica carrera para acabar con el mutualismo, el futuro de Muface no está garantizado, salvo que entendamos este futuro como un servicio con recortes en las prestaciones sociales y una asistencia sanitaria de nivel inferior que obligará a los mutualistas a cambiarse a la Seguridad Social para evitar convertirse en ciudadanos de segunda. Y lo peor de todo es que esta ceguera va a ocasionar a corto o medio plazo, un problema a la Seguridad Social al incorporar millón y medio de nuevos inscritos que podrían poner al Sistema Nacional de Salud al borde del colapso, no solo por las nuevas necesidades de asistencia sanitaria, sino porque los mutualistas de Muface se negarían, con toda razón, a seguir pagando el 30 por ciento de las medicinas en la situación de jubilado. Tiempo al tiempo.