Hoy en día, cada vez nos paramos menos a pensar en las consecuencias que nuestras
opiniones explicitadas públicamente puedan acarrear; ya sean estas consecuencias para bien o para mal. Por ello, deberíamos ser conscientes de que, lo que decimos, a veces genera resultados nefastos; sobre todo si ello parte de una persona de
autoridad socialmente reconocida como pueda ser una autoridad política o administrativa, un
científico, un
médico o un
medio público de difusión. Cuando hablamos sobre
alimentación y salud, este hecho se vuelve especialmente grave, ya que una mal-información conduce al desarrollo de preconcepciones erróneas pudiendo provocar que la sociedad adopte hábitos contraproducentes. Un ejemplo claro lo vemos en la epidemia global de obesidad, sobre todo de tipo infantil, favorecida, en gran medida, por grandes multinacionales de la alimentación y sus campañas de publicidad.
Por fortuna, ocurre que la
publicidad con respecto a la salud está bastante
controlada. Pero no es suficiente. Para sortear la legislación vigente muchas personas vierten lo que podría definirse como “publicidad engañosa” ayudados por la connivencia, indiferencia o beneplácito (confiemos que no de la ignorancia) de los medios de difusión, principalmente disfrazada bajo un formato de entrevista, de información o, incluso, bajo la definición de opinión. ¿Desde cuándo una opinión (o conjunto de ellas) ha sido garante de eficacia en ausencia de unas pruebas objetivas que demuestren y garanticen su validez clínica? Sí, efectivamente nos estamos refiriendo al “a-mí-funcionalismo” al que recurren una y otra vez los defensores de aquellas técnicas que se hacen llamar “alternativas” o “complementarias” que, si bien puedan contribuir a una sensación de mejora
psicosomática, en absoluto han conseguido demostrar su eficacia como “terapia”.
Definición de “
terapia”: 1.
Tratamiento de una
enfermedad o de cualquier otra disfunción. 2. Tratamiento destinado a solucionar problemas psicológicos. Entendiéndose como “tratamiento” al conjunto de medios que se emplean para
curar o aliviar una enfermedad (Real Academia de la Lengua Española). De esta forma, nos encontramos continuamente con médicos naturópatas, homeópatas o que practican Reiki defendiendo su verdad en los grandes medios de comunicación, incluso en aquellos especializados en salud.
Sin embargo, el ser humano, como especie, aprende de sus errores. Si algo nos ha enseñado la Historia, concretamente la de la Ciencia, es que la forma más fiable de obtener conocimiento fiable aplicable a la salud humana es el
método científico: formulación de hipótesis, ensayos de prueba-error, conclusiones y replicabilidad por terceros para validar dicho nuevo conocimiento. Por supuesto, ninguna sociedad, por ancestral y milenaria que sea, se ha salvado de la falacia de la autoridad, tradición y superstición, dando lugar a la práctica de terapias inútiles e, incluso, peligrosas para sus pacientes durante cientos o miles de años. Ha sido gracias a este método científico que hemos dejado atrás los tiempos de las
sangrías, las
sanguijuelas, los
ayunos, los
enemas y
trepanaciones,
venenos y
cataplasmas, así como las tasas de mortalidad tanto infantil como adulta altísimas y la
baja esperanza de vida.
¿Cuántos bebés perdían nuestros abuelos, bis y tatarabuelos a causa tantas veces de una simple gastroenteritis mal tratada? ¿Cuántas víctimas se han evitado gracias a la vacunación contra la polio o el sarampión desde los años sesenta? ¿Cuántas veces un albino fue sacrificado bajo la creencia de que estaba maldito, al igual que endemoniado un epiléptico? ¿Quién no ha escuchado hablar del “ratoncito Pérez” o de la idea de que una castaña bajo la almohada trataba el dolor de muelas?
Podríamos pensar que, con la Ilustración y en pleno siglo XXI, toda actividad sanitaria basada en la
mitología y la
creencia la hemos dejado atrás. Que, como seres racionales, priorizamos los estudios científicos avalados por pruebas metódicas y contrastables frente a otros medios más sesgados como nuestra percepción, nuestra impresión, nuestra intuición y nuestra lógica. Lógica que nos diría que son el Sol y las estrellas los que dan vueltas alrededor de la Tierra y no al revés; hecho que hoy sabemos que es incierto, lo cual hemos descubierto y verificado gracias a la
observación sistemática y objetiva de los fenómenos naturales.
Sin embargo, amplios coletazos de irracionalidad perduran hasta nuestros días, motivo por el cual las pseudoterapias (falsas terapias) campan a sus anchas promocionándose en cuanto tienen la menor oportunidad, ganando adeptos que confían en el
“a-mí-me-funcionalismo” patrocinado por terceros con más o menos intereses económicos detrás. Podríamos pensar que, mientras no hagan daño per sé, no hay ningún problema en difundirlas, el problema se evidencia cuando, cada vez más, se contravienen los códigos deontológicos que guían el ejercicio de las profesiones sanitarias regladas y oficiales en los siguientes puntos: [a] engañar al paciente mediante terapias sin aval científico, [b] confiar en el efecto placebo y otros sesgos y [c] inducirles falsas expectativas de mejora a través de la oferta de “tratamientos” y/o técnicas no validadas clínicamente, es decir, sin haber probado que efectivamente son o funcionan como “tratamientos”.
Por si esto no fuera ya grave, en los recientes años estamos descubriendo que estas pseudoterapias
no son tan inocuas como nos las venden, sino en alto grado
perjudiciales para la economía y la salud de las personas, y la sociedad. De hecho, estamos observando cómo las incorrectamente denominadas como “terapias alternativas” alejan a sus pacientes de los tratamientos que sí que funcionan [1] reduciendo su calidad de vida [2] y su
tasa de supervivencia [3]. Estamos viendo cómo los suplementos herbales y alimenticios están dañando gravemente la salud de muchas personas con consecuencias mortales [4–6]. Hay evidencias más que demostradas de la
mala praxis y el descontrol existente en la industria de las terapias alternativas [7] y de las muertes que están provocando [12-17].
Por otra parte, las terapias alternativas no solo son un grave problema de salud pública sino una puerta abierta a sectas que utilizan la salud para traer a sus adeptos [9-10]. Y, lo peor de todo, comprobamos, impotentes, como medios masivos de difusión dan voz acríticamente a charlatanes [11] que están llevando a empeorar la calidad de vida, tanto física como mental, o incluso acercándoles a la muerte, a muchísimas personas [12-17]. Sin ocultar además este perjuicio sufrido por un
coste monetario mayor [8] que implica el seguir estas praxis.
Ante este panorama, no podría ser de otro modo que
científicos,
médicos y
medios de comunicación deben ajustarse a sus códigos deontológicos. Los primeros, deberían no realizar fraudes científicos y ser objetivos más allá de quién les financie. Los segundos, deberían velar y trabajar por la mejora continua del ejercicio profesional y la calidad asistencial, basadas en el conocimiento científico y la autoevaluación, evitando ofrecer terapias sin aval científico o que ya han demostrado su perjuicio, ni difundirlas por sus creencias. Y los últimos, los medios de difusión, tendrían que estar comprometidos por y con la
verdad, protegiendo al ciudadano para que obtenga información veraz y contrastada, sobre todo en temas vitales como son la enfermedad y el mantenimiento de su salud.
En ninguno de estos “códigos” deontológicos tendría que haber cabida para ceder espacios públicos ni medios de comunicación a personas que practican las mal apellidadas
terapias “alternativas” o “complementarias”. No podemos dar voz a gente que afirma, con osadía pero sin prueba alguna, más que su opinión personal y, con ella, que pueden curar el cáncer con ocurrencias como vitaminas y psicoterapia o que el Reiki es una terapia válida porque se usa en muchos hospitales. No hasta que estas personas demuestren, tal y como se le exige a cualquier otra aproximación terapéutica a validar, que sus verdades personales son reproducibles y contrastables con el mejor método de validación desarrollado hasta el siglo XXI: el método científico.
Los periodistas y editores de revistas, máxime si son especializadas en salud, deberían tener como mínimo la responsabilidad cívica de velar por la veracidad (objetividad) de sus escritos, contrastando cada afirmación que sus interlocutores hagan, con el objetivo máximo de identificar cuándo se están utilizando falacias, evitando hacer, de este modo, verdaderos publirreportajes en sus columnas de opinión o en entrevistas en pro de una malentendida libertad de expresión [17-26].
Conviene recordar que, aunque la Carta Magna defiende la
libertad de expresión, el mismo Artículo 20 de nuestra Constitución también añade: “los ciudadanos tenemos el derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”.
Así la situación, las espaldas de los periodistas ostentan y sobre ellas recae una responsabilidad que afecta a muchísima gente, para bien o para mal. Es por ello que nunca deben olvidar su códigos ético. Ofrecer siempre la versión más fidedigna, la que mejor describa la realidad según el estado actual de la técnica, así como evitar que charlatanes con intereses les utilicen para hacerles publicidad gratuita, sería lo apropiado. Seamos conscientes: l
as pseudoterapias matan y los periodistas y editores no deben ser cómplices de esa trágica realidad.
Referencias
1. Greenlee H, Neugut AI, Falci L, Hillyer GC, Buono D, Mandelblatt JS, et al. Association Between Complementary and Alternative Medicine Use and Breast Cancer Chemotherapy Initiation: The Breast Cancer Quality of Care (BQUAL) Study. JAMA Oncol. 2016;2: 1170–1176.
2. Yun YH, Lee MK, Park SM, Kim YA, Lee WJ, Lee KS, et al. Effect of complementary and alternative medicine on the survival and health-related quality of life among terminally ill cancer patients: a prospective cohort study. Ann Oncol. 2013;24: 489–494.
3. Risberg T, Vickers A, Bremnes RM, Wist EA, Kaasa S, Cassileth BR. Does use of alternative medicine predict survival from cancer? Eur J Cancer. 2003;39: 372–377.
4. Weart CW, Wayne Weart C. Liver injury caused by herbal and dietary supplements on the rise. Pharmacy Today. 2014;20: 24.
5. Navarro V. Liver injury due to herbal and dietary supplements. Planta Med. 2015;81. doi:10.1055/s-0035-1545093
6. Zheng EX, Navarro VJ. Liver Injury from Herbal, Dietary, and Weight Loss Supplements: a Review. J Clin Transl Hepatol. 2015;3: 93–98.
7. Byard RW, Musgrave I, Maker G, Bunce M. What risks do herbal products pose to the Australian community? Med J Aust. 2017;206: 86–90.
8. Ostermann JK, Reinhold T, Witt CM. Can Additional Homeopathic Treatment Save Costs? A Retrospective Cost-Analysis Based on 44500 Insured Persons. PLoS One. 2015;10: e0134657.
9. http://circuloesceptico.com.ar/2016/04/herbalife-secta-estafa-y-patadas-al-higado
10. https://docs.google.com/document/d/1if3tkKoSJaoCUoESn20EA0mqABlASoe-olLqFJxj_Qw
11. http://www.elperiodico.com/es/noticias/deportes/albert-lopez-ortega-jugador-balonmano-muere-4176091
12. http://cnnespanol.cnn.com/2015/10/28/muerte-de-joven-durante-sesion-de-crioterapia-cuestiona-sus-beneficios/#0
13. http://www.rawstory.com/2015/02/florida-naturopath-facing-charges-after-treating-girls-fatal-leukemia-with-vitamins-and-vegan-diet/
14. http://magonia.com/2011/04/26/medicinas-alternativas-y-cancer-caso-espeluznante/
15. http://infocatolica.com/blog/infories.php/1512280500-muere-una-paciente-de-cancer
16. https://www.apetp.com/index.php/caso-de-mario-rodriguez/
17. Gonzálvez Ortega, J. J. (2015). Grado de Evidencia y Veracidad de las Recomendaciones en Medicina y Cirugía del Programa de RTVE sobre salud “Saber Vivir.” Universidad de murcia. Universidad de murcia.
18. http://www.rtve.es/alacarta/audios/en-cuerpo-y-alma/
19. http://www.rtve.es/alacarta/audios/futuro-abierto/
20. https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/reiki-como-terapia-alternativa-la-oferta-crece-en-la-sanidad-publica-2585
21. https://www.redaccionmedica.com/opinion/la-osteopatia-no-es-solo-una-terapia-de-fisioterapeutas--2519
22. https://www.redaccionmedica.com/opinion/la-quiropractica-en-espana-1924
23. http://www.redaccionmedica.ec/secciones/profesionales/msp-implementa-normativa-para-el-ejercicio-de-terapias-alternativas-88623
24. https://www.redaccionmedica.com/la-revista/reportajes/soy-medico-y-defiendo-la-homeopatia-9767
25. https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/reiki-como-terapia-alternativa-la-oferta-crece-en-la-sanidad-publica-2585
26. https://www.redaccionmedica.com/opinion/defensa-de-las-terapias-alternativas-frente-a-las-cefaleas-6268