Comenzamos 2014 con una nueva ironía social, política y científico-médica en torno al tema del tabaco. Mientras hace pocas semanas nuestros políticos estaban pensando en cómo podían modificar la ley antitabaco para poder disfrutar del gran proyecto de Eurovegas, ahora y después del desengaño sufrido, se prohibirá utilizar el cigarrillo electrónico en centros sanitarios, en colegios, en la administración publica y en el transporte público, según el reciente acuerdo del Ministerio de Sanidad, Consumo e Igualdad en su Consejo Interterritorial de Sanidad del pasado 18 de diciembre.
Sus argumentos, poco sólidos desde el rigor de la ciencia, se sostienen en la posibilidad de que el vapor que expulsan pueda resultar tóxico para quienes rodeen a los que tratan de deshabituarse de la adicción a la nicotina con estos cigarrillos electrónicos que llevan más de 10 años en el mercado sin que ningún organismo haya puesto en duda tales argumentos. También se apoyan en la idea de que algunos de estos cigarrillos contienen determinada cantidad de nicotina por lo que, según algunos expertos, se deberían vender únicamente en las farmacias y con receta médica.
Ante esta sólida cuestión me pregunto si también se necesitará receta para poder comprar en la farmacia los caramelos y chicles de nicotina, y sobre todo los parches transdérmicos de nicotina.
Por otra parte, quizá a mi juicio la más importante, se prohibirá el consumo de cigarrillos para contribuir a evitar ese mal ejemplo del cigarrillo en la boca ante nuestros pequeños y evitar así su inicio en el consumo a edades tan tempranas como sucede en estos momentos. Y en este punto, como no puede ser de otro modo, soy el primer convencido desde la Educación para la Salud, pero imagino que al mismo tiempo nuestros políticos y expertos en salud pública también habrán pensado en hacer cumplir la ley que prohíbe el consumo de cigarrillos en los guiones de películas, series y dibujos animados, como los famosos Simpson, y el consumo de cigarrillos de chocolate y, sobre todo, que a partir de ahora el bono transporte se deje de comprar en los estancos, sencillamente porque nunca tuvo argumentos sólidos para que un niño o un adolescente tenga que adquirirlos en el lugar donde se vende el tabaco.
Si se realizan los estudios científicos que se deberían haber realizado antes de aprobar el consumo de los cigarrillos electrónicos y se demuestra que pueden llegar a ser dañinos para la salud de cualquiera, consumidor o no, tendremos que cambiar la forma de pensar de los muchos médicos que hemos recomendado este artilugio a quienes realmente tienen el deseo de abandonar el hábito tabáquico.
Cuando las noticias que se publican en los medios de comunicación no están fundamentadas en el rigor de la ciencia o no son debidamente contrastadas, aparece la confusión entre la población general, como está sucediendo desde hace unos días. Pero en esta ocasión los medios se han limitado a transcribir literalmente los titulares emitidos por una gran mayoría de profesionales, médicos de familia y de atención primaria, neumólogos y expertos en tabaquismo: “los cigarrillos electrónicos no son seguros”, “los médicos de familia urgen a Sanidad que prohíba el uso de cigarrillos electrónicos en lugares públicos cerrados”, “el vapor puede contener sustancias tóxicas y nocivas para la salud”. Y me pregunto, ¿disponemos ahora de nuevos resultados que avalen que sea precisamente ahora y no antes cuando se publiquen estas posiciones y pensamientos? ¿Por qué se ha permitido su comercialización sin contar con los estudios necesarios que avalaran su inocuidad para la salud de los consumidores?.
Nos dicen también los expertos que no existe evidencia científica de que el cigarrillo electrónico sea eficaz para tratar el tabaquismo y que precisamente por eso se debe prohibir su consumo. Y si es así, estaré totalmente de acuerdo, pero no es menos cierto que también deberían preocuparnos otros tratamientos que tampoco han demostrado su eficacia en este sentido como la hipnosis o la acupuntura, auriculopuntura, digitopuntura, la homeopatía, etc.
Por otra parte los expertos en tabaquismo y otros muchos profesionales sanitarios, junto a nuestros políticos y gestores, están pensando en modificar la vigente ley antitabaco para incluir la regulación de los cigarrillos electrónicos, cuando lo que realmente necesitamos son muchos más programas de deshabituación totalmente gratuitos y eficaces para ayudar a los 7 de cada 10 fumadores que quieren dejar de serlo pero no saben como hacerlo, al menos desde el rigor de la ciencia y la medicina basada en la evidencia. Y mientras tanto, socialmente se sigue viendo al consumo de tabaco como un vicio, cuando en realidad se trata de dos enfermedades indiscutibles, el tabaquismo y la adicción a la nicotina, aceptadas por la propia Organización Mundial de la Salud y todas las sociedades científicas y que necesitan de un tratamiento médico, que además de ser eficaz es conocido por todos los profesionales de la salud.
Por cierto, que no estaría de más insistir a la población general con nuestros mensajes, que en estas fechas muchos fumadores se hacen la promesa saludable del nuevo año de abandonar el tabaco y que para ello también necesitan la comprensión y la ayuda, no solo de su médico o profesional de enfermería, sino también la de su familia y sus amigos.