La Consejería de Salud catalana quiere que su big data sanitario esté en funcionamiento antes de que termine 2016. Sin embargo, con unos presupuestos prorrogados el objetivo se ha complicado; por ello, fuentes cercanas al proyecto confirman a Redacción Médica que el departamento dirigido por Antoni Comín ha desviado una partida de algo más de un millón de euros destinada a otros fines para ponerlo en marcha. Estas mismas fuentes explican que, en esencia, el proyecto es exactamente el mismo que el malogrado VISC+, solo que con gestión completamente pública y sin posibilidad de venta de datos clínicos anonimizados. Un ‘lavado de cara’ que casi se relega a repetir el bautismo pero que ha sido clave para que la CUP y Catalunya Sí que es Pot se hayan vuelto a ilusionar con ello…
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