Redacción. Valencia
El Instituto de Biomecánica (IBV) ha sido la sede de la reunión final del proyecto Alert, centrado en desarrollar un novedoso sistema portátil y de bajo coste capaz de detectar en tiempo real las fibras de amianto presentes en el aire en el lugar de trabajo.
Alfonso Oltra, director de Innovación de Mercado del IBV. |
Una investigación pionera de la Universidad de Hertfordshire (socia del proyecto) mostró que cuando una partícula se ilumina con un láser, el patrón de luz resultante actúa como "huella digital" que ayuda a clasificar e identificar la partícula. El detector de amianto Alert analiza en tiempo real los patrones de luz de las partículas suspendidas en el aire para identificar y alertar a los trabajadores de la presencia de fibras de amianto, a menudo inapreciables a simple vista.
El detector es un aparato fácil de transportar que captura hasta 600 partículas por segundo y genera datos estadísticos que alertan al trabajador de la presencia de fibras de amianto mediante una alarma acústica y visual. Hasta el desarrollo de este sistema portátil, la detección de amianto suponía un lento proceso que consistía con la toma de muestras de aire y su envío a un laboratorio de análisis. Los resultados estaban disponibles en unos días lo que representaba un retraso en la toma de medidas preventivas o correctivas. Además, los ensayos solo se realizaban cuando se sospechaba de la presencia de amianto en el ambiente.
Desarrollado en el marco del proyecto europeo Alert (www.asbestos-alert.com), el detector de amianto contribuirá a garantizar la seguridad de los trabajadores expuestos a este mineral, causa destacada de mortalidad asociada al ámbito laboral. Se ha estimado que medio millón de trabajadores europeos podrían morir en el año 2030, la mayoría de ellos vinculados al entorno de la construcción, demolición y mantenimiento industrial.
El director de Innovación de Mercado del IBV, Alfonso Oltra, ha explicado el alcance de esta problemática: “A pesar de la prohibición relativa al uso de amianto, muchos trabajadores están expuestos de manera continuada a esta sustancia cancerígena tan potente y en ocasiones invisible a través del contacto con diversos materiales y productos empleados hace años en la construcción. Ejemplos los encontramos en algunos aislantes térmicos, en tanques de agua, paneles para techado, o en fibrocemento.”