Redacción. Alicante
El Hospital General de Alicante ha realizado el trasplante hepático número 50 en tan solo 18 meses desde la puesta en marcha del Programa de Trasplante Hepático en el centro hospitalario.
José Antonio Viudas,
gerente del Departamento de Salud de Alicante-Hospital General.
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El pasado viernes 21 de marzo se cumplió un año y medio de la puesta en marcha del comienzo del citado programa en el centro hospitalario alicantino. Desde el primer trasplante hasta la fecha, los resultados han sido excelentes, lo que ha llevado a los coordinadores del programa a contar sus experiencias por medio de diferentes ponencias y comunicaciones en toda España.
Además, los pacientes trasplantados en el Hospital de Alicante permanecen ingresados menos de 24 horas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y, tras cuatro días de estancia hospitalaria de media, son dados de alta. Por otra parte, la lista de espera es corta, lo que se traduce en que los pacientes se trasplantan con más celeridad.
“Estos excelentes resultados se deben a la implantación del Programa de Vía Rápida que hemos instaurado a través del cual se combina diferentes técnicas e intervienen numerosos especialistas de forma muy coordinada”, ha explicado Gonzalo Rodríguez Laiz, coordinador del Programa de Trasplante Hepático.
Participan numerosos profesionales médicos y de enfermería de varios servicios del hospital: Cirugía General y del Aparato Digestivo, Digestivo, Coordinación de Trasplantes, Anestesiología y Reanimación, Cuidados Intensivos, Farmacia, Radiología, Psicología, Cardiología, Análisis Clínicos, Banco de Sangre, entre otros, aportan profesionales al programa.
Hospital de Alicante, referencia provincial
El hospital de referencia alicantino se ha convertido así en el único centro hospitalario de la provincia y el segundo de la Comunidad Valenciana en llevar a cabo este tipo de intervenciones.
Con esta acreditación, entre 30 y 40 pacientes anuales de la provincia de Alicante van a poder beneficiarse de la puesta en marcha de este programa. Se trata de pacientes con enfermedad hepática terminal, generalmente de evolución crónica y en un pequeño porcentaje de aparición aguda o fulminante.
Tras el trasplante, estos pacientes han de someterse a un seguimiento riguroso, que es más exhaustivo en los primeros meses, y que va espaciándose a medida que pasa el tiempo hasta llegar unas tres o cuatro revisiones anuales; un control que no les impide realizar una vida totalmente normal.
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