Redacción. Barcelona
Desde el año 2010 se ha desarrollado, en el Hospital de Mataró, un programa de atención ortogeriatrica dirigido a las personas mayores de 65 años que ingresan con una factura de fémur. Con esta iniciativa, que contempla la colaboración entre geriatras, traumatólogos y rehabilitadores, el centro ha logrado reducir la mortalidad en personas mayores con un fémur roto del 7 al 4,1 por ciento, según informa el Departamento de Salud en nota de prensa.
Joaquim Esperalba, gerente del Hospital de Mataró.
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El plan define, mediante un plan terapéutico personalizado, el tratamiento hospitalario, la rehabilitación, que comienza en el hospital uno o dos días después de la operación, y la atención que recibirá una vez salga del centro. Un equipo de geriatras, traumatólogos y rehabilitadores es quien prepara el plan. Según el caso, el equipo también puede estar formado por dietistas o farmacéuticos.
Una vez definido el plan, al paciente se le asigna un geriatra referente. Se trata de un profesional que está en contacto con todos los especialistas que intervendrán en el proceso de atención del paciente y supervisa y actualiza su tratamiento, sobre todo en caso de que tenga otras enfermedades. El seguimiento del paciente se mantiene una vez deja el hospital.
Si en casa o en una residencia, un equipo formado por un rehabilitador y un fisioterapeuta le visitará periódicamente y, además, el enfermo deberá asistir a sesiones de control en el hospital de día del Hospital de Mataró. En caso de que se traslade a la Unidad de Convalecencia del Antiguo Hospital de Sant Jaume y Santa Magdalena, un equipo le atenderá en las mismas condiciones.
El Hospital de Mataró atiende unas trescientas personas mayores con fractura de fémur cada año. El año pasado, el 33 por ciento ingresó en la Unidad de Convalecencia, el 26 por ciento fueron a una residencia y el 20 por ciento regresaron a su domicilio. El 75 por ciento de las personas atendidas fueron mujeres y el 25 por ciento hombres.
Los pacientes que sufren una factura de fémur pasan de media diez días ingresados, un día menos que la media catalana. La mortalidad de los pacientes (4,1 por ciento) es también más baja que la media registrada en Cataluña (5 por ciento). La reducción de estas tasas suele ser complicada, ya que se trata de pacientes mayores, la mayoría mayores de 85 años, que a menudo tienen otros problemas de salud.
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