La causa de los supuestos contratos troceados del SAS es la chispa electoral entre Moreno y Montero, con ella en medio

Elecciones Andalucía: Juanma Moreno y María Jesús Montero, con la consejera Rocío Hernández Soto
Rocío Hernández Soto entre Juanma Moreno Bonilla y María Jesús Montero Cuadrado.


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Esta semana sanitaria comenzaba con la noticia de que un juzgado ha admitido por fin que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) se persone en la causa abierta contra este organismo público por presunto troceo de contratos. De esta manera la Junta de Andalucía otorga que hay indicios de que se haya cometido alguna irregularidad que haya podido provocar daños a la administración autonómica, se erige como posible perjudicado y (lo fundamental para los Servicios Jurídicos del SAS) puede por fin acceder a la información y conocer la evolución de esta investigación judicial.

Aunque pueda parecer que es un paso que atañe solo a un proceso de tribunales, se trata de un movimiento político muy importante para el Gobierno de Juanma Moreno Bonilla

El presidente andaluz sabe que la sanidad lleva un tiempo subiendo como preocupación en los barómetros de opinión ciudadana, y que la convocatoria de elecciones autonómicas está a un año vista. Es consciente además de que este asunto de los contratos del SAS, que judicializó Podemos Andalucía, será uno de los grandes caballos de batalla, no ya de los morados, sino principalmente de la flamante nueva candidata socialista, María Jesús Montero. Por el momento, hay una dimisión (o cese, según quién lo inteprete): José Antonio Miranda, director Económico del SAS en los últimos años, ha sido ya reemplazado en medio del ruido del caso.

Montero ha sido consejera de Salud de Andalucía muchos años, y conoce perfectamente los mecanismos del SAS y de la Consejería. Aún tiene oídos y ojos en las sedes de las avenidas de la Constitución y de la Innovación de Sevilla, y va a saber buscar las vueltas al asunto. 



"Para rematar la situación, la consejera Hernández Soto no ha dado muestras de ser esa gran comunicadora que sepa explicar al ciudadano de a pie los logros que pueda alcanzar el Gobierno al que está representando"




Además, otro hándicap que tiene Moreno Bonilla es que la Consejería de Salud no ha acabado en estos años de asentar en los hospitales y áreas de salud una estructura directiva alejada de las influencias de los tiempos socialistas, con bandazos en algunas gerencias estratégicas que se han visto con preocupación hasta en el propio Partido Popular nacional. La sanidad no da votos, pero sí los quita, es un viejo mantra que repiten habitualmente en la madrileña calle Génova, donde el estratega Elías Bendodo susurra tanto a Alberto Núñez Feijóo como a su amigo y paisano malagueño Moreno Bonilla.

Con el paso del SAS de reconocer que algo puede haber en el caso de los contratos bajo sospecha se desata oficialmente la tormenta política que se venía barruntando, y Juanma Moreno se encuentra con que tiene al frente de la Consejería de Salud a una consejera, Rocío Hernández Soto, sin perfil político. Ha sido además directiva de la salud tanto en época de gobierno del PSOE andaluz, como del Partido Popular, y cuando se la nombró para dirigir el departamento sanitario se hizo hincapié en que era independiente

Llegó fichada directamente desde una sociedad de ámbito estatal, la Sociedad Española de Directivos de Atención Primaria (SEDAP), que dirigía desde apenas dos años antes. Alguien aconsejó a Moreno Bonilla que quién mejor para enderezar una Atención Primaria que le estaba dando dolores de cabeza.

Renunció entonces al perfil político de Catalina García, sanitaria también (enfermera) y muy bregada como portavoz parlamentaria cuando el PP era oposición. Tampoco le queda ahora el salvavidas que era su primer consejero de Salud, Jesús Aguirre (actual presidente del Parlamento de Andalucía), que con su lenguaje directo llegaba a la gente, que se las sabía todas en el plano político (venía de ser senador) y que había salido airoso de las complicadas crisis del covid-19 y de la listeria. Ahí es nada.

La realidad es que ahora el PP andaluz y el liderazgo de Moreno Bonilla se enfrentan a un caso judicial que puede ir goteando malas noticias durante todo este año pre-electoral, con el altavoz de la exconsejera de Salud y Hacienda, superministra y candidata María Jesús Montero para amplificarlas, y con una consejera de Salud actual que no está acostumbrada a estos escenarios de confrontación. 

Tampoco su entorno está curtido en interpretar por dónde pueden venir las zozobras de la política. Hernández Soto eligió como jefe de gabinete a su particular hombre de confianza para todo, ya que también lo llevó de tesorero en la SEDAP y antes le tuvo de director de Gestión Económica y Servicios Generales en el distrito de Aljarafe. Es el ingeniero industrial Marco Antonio González Cagigal, al que desde luego no se le conoce en Sevilla hasta ahora por su olfato político. 

Para rematar la situación, la consejera Hernández Soto no ha dado muestras de ser esa gran comunicadora que sepa explicar al ciudadano de a pie los logros que pueda alcanzar el Gobierno al que está representando. Ha evitado todo lo posible a la Prensa en sus primeros meses en el cargo, tal vez consciente de sus limitaciones, y sus apariciones públicas muestran más a una profesional de la salud que se sabe bien los tecnicismos, pero que no transmite de forma clara a la gente de la calle, los votantes al fin y al cabo.

El colmo de un panorama poco halagüeño para Rocío Hernández Soto es que la vicepresidenta, ministra y candidata María Jesús Montero le ha preparado una emboscada doble poniendo como secretaria de Salud del PSOE-A a María Ángeles Prieto, la portavoz sanitaria de los socialistas también en el Parlamento de Andalucía. Prieto es una mujer muy, pero que muy de partido, que destaca por su perfil político más que sanitario, y que ya se ha visto que lanza mensajes muy claros y directos para que los capte la ciudadanía. Ahora lo hará 'en estéreo' contra la Consejería de Salud y el Gobierno de Moreno Bonilla: desde el Parlamento y desde el púlpito electoral que le brinde el PSOE-A, con un potente mensaje unificado, y la consejera debería actuar de pararrayos.

Como se puede comprobar, el reto lo tiene de frente Rocío Hernández Soto, y Juanma Moreno Bonilla la papeleta de confiar parte de su venidero éxito (o fracaso) a una consejera que no ha lucido hasta ahora el nivel político que se antoja necesario para este dificilísimo envite. 
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