Javier Padillo, jefe del Servicio de Cirugía General del Hospital Universitario Virgen del Rocío
Al igual que el
estudio de neuronas abre puertas a la hora de entender (y predecir) ciertas
enfermedades relacionadas con el cerebro, entender el
movimiento de las células tumorales durante una intervención quirúrgica puede resultar revelador, ayudando a reducir las posibilidades de
metástasis o futuras recaídas. Ese era precisamente el objetivo de Javier Padillo, jefe del Servicio de Cirugía General del
Hospital Universitario Virgen del Rocío cuando, hace una década, ponía en marcha la investigación Cetupanc: saber qué ocurría exactamente mientras él y su equipo extirpaban el tejido canceroso, con la esperanza de poner freno a una de las amenazas oncológicas más letales como es el
cáncer de páncreas.
Lo que no se imaginaban es que observar detenidamente el comportamiento de dichas células les fuera a dar tal caudal de información. Y es que, los datos obtenidos ha permitido que los profesionales sean capaces de llegar más allá que el ojo humano, evitando con ello
potenciales recaídas del paciente oncológico. Gracias a este análisis, se habría detectado qué tipo de células se asocian con mayor
probabilidad a la aparición de metástasis y qué factores contribuyen a ello. En concreto, los conocidos como clúster- agrupación de células en racimos- son los que albergarían más riesgo a la hora de diseminar el tumor.
No solo eso. Comparar los 'mapas' celulares antes y después de la cirugía puede "impactar de una manera clara y notoria en el
pronóstico de estos pacientes", tal y como se ha constatado en los 3 últimos años de la investigación, dedicados al seguimiento de todos los participantes en el estudio.
Biopsia líquida intraoperatoria
De hecho, este estudio multicéntrico, el
primero de este tipo a nivel nacional- daba a luz un nuevo concepto: la
biopsia líquida intraoperatoria, capaz de ofrecer a los especialistas la llave para neutralizar los tumores residuales microscópicos, evitando que crezcan de nuevo o se extiendan. "Los resultados van mucho más allá de lo que esperábamos", confiesa, hasta el punto de encontrarse ya preparando un
nuevo estudio -aún en fase embrionaria- dedicado al desarrollo de esta técnica para evitar
metástasis "preparando a los pacientes antes y durante la cirugía". "Tenemos ya
medio centenar de pacientes reclutados, pero de momento no hemos hecho subanálisis", detalla a
Redacción Médica el experto en cáncer de páncreas.
El objetivo final, afirma, es plantar cara a este tipo de cáncer que ostenta la
menor tasa de supervivencia registrada tanto en hombres como mujeres y cuya
mortalidad ha seguido una tendencia ascendente en los últimos años, debido al aumento de su incidencia y, por el contrario. Solo en 2025, se esperan diagnosticar 10.338 nuevos casos oncológicos relacionados con el páncreas. De momento, con estos datos, publicados en
International Journal of Surgery y en el
British Journal of Surgery Open, los profesionales pueden trazar estrategias mucho más precisas para evaluar la
diseminación tumoral en tiempo real y ayudar a identificar la agresividad del tumor y el riesgo de recurrencia, lo cual, revertirá en tratamientos mucho más personalizados en un futuro.
Nueve hospitales, mano a mano
Durante diez años, más del tiempo estimado debido al parón de la pandemia, cirujanos y patólogos de nueve hospitales españoles con experiencia en
cirugía de cáncer de páncreas han recopilado los datos obtenidos en quirófano y la evaluación de los pacientes tras la cirugía. En concreto, han participado en este proyecto el Hospital Clínico de Valencia; el Hospital Universitario de Badajoz; el Hospital Universitario de Salamanca; los Hospitales 12 de Octubre, La Princesa y Clínico de Madrid; los hospitales Mutua de Tarrasa y el Clínic de Barcelona; y el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.
Padillo, catedrático también de Cirugía de la Universidad de Sevilla, tenía la sensación de que "algo se les escapaba" cuando abandonaba el quirófano tras operar, aún con éxito, a un paciente. "Pueden pasar cosas que no vemos", afirma, a la hora de explicar los motivos que le llevarían a
planificar este estudio durante casi dos años. Una vez sobre el papel, el gran reto era financiarlo al ser "muy costoso". Para ello, se proyectó una convocatoria pública competitiva a nivel nacional que recaería, finalmente, en el Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Sanidad.
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