VALENCIA, 18 (EUROPA PRESS)
Un estudio realizado por profesionales e investigadores del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia ha demostrado que el retrasplante renal en mayores de 65 años es una opción "real y segura" para este tipo de pacientes tras el fracaso de su primer injerto. Además, refleja una alta supervivencia del paciente y del propio riñón trasplantado a corto y medio plazo, según han informado fuentes de este centro sanitario.
El estudio concluyó igualmente que el retrasplante en este tipo de pacientes, a pesar de recibir riñones de donantes de una edad avanzada, presentó unos resultados comparables a los primeros trasplantes realizado en un grupo de receptores mayores de 65 años, confirmando así este tipo de trasplante como una alternativa "real" al resto de tratamientos renales sustitutivos tras el fracaso del injerto en receptores de mayor edad.
El número de pacientes que optan a un nuevo trasplante renal tras el fracaso del injerto previo se ha incrementado de forma paulatina en los últimos años, pero por otro lado, la complejidad del retrasplante también aumenta cuando se trata de pacientes de edad avanzada. Por ello que los profesionales del hospital valenciano llevaron a cabo esta investigación.
El estudio, que se ha presentado en el 6º Congreso de la Sociedad Española de Trasplante (SET), el mayor encuentro sobre la actividad de trasplante de órganos que tiene lugar en nuestro país y que se celebró el pasado fin de semana, analizó una serie de 258 pacientes trasplantados con más de 65 años en el Hospital Dr. Peset, desde noviembre de 1996 hasta diciembre de 2019. Se realizó un análisis comparativo del grupo de pacientes que optaron a un retrasplante (RTx) con el resto de receptores de trasplante renal, observando las variables demográficas, la evolución y la supervivencia.
Los resultados de la investigación indicaron que el 7% de estos pacientes trasplantados mayores de 65 años recibieron un retrasplante. El tiempo seguimiento medio fue de 55 meses y la causa más frecuente de la pérdida del primer injerto fue rechazo crónico (60%), seguida de pérdida por trombosis o fallo primario 25%.
En el análisis comparativo, no se observaron diferencias en la edad y sexo del receptor del riñón ni en las características del donante, y las mayores comorbilidades del paciente asociadas al pretrasplante fueron la hipertensión arterial (HTA) y la diabetes en los dos grupos. El estudio tampoco encontró diferencias en la función renal del paciente trasplantado durante el seguimiento, ni en la proporción de reingresos por infecciones.
Por último, el estudio concluyó que la supervivencia al año y tres años del injerto y del paciente fue similar en ambos grupos, siendo la supervivencia del injerto a los 3 años del 94 % y del paciente un 93%, en el grupo de pacientes retrasplantados.