Imagen de unos niños bañándose.
13 ago. 2019 10:50H
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Los despistes o el exceso de confianza pueden jugar malas pasadas en el agua, tanto si hablamos de niños como de adultos. El año pasado se produjeron en nuestro país 372 ahogamientos, la mayor parte de ellos en la playa y durante los meses de verano.
En este sentido, Justo Menéndez, jefe del departamento de Urgencias de HM Hospitales en Madrid, recomienda estar alerta a los cambios de temperatura y el hecho de adentrarse en zonas profundas, principales causas de ahogamiento en el mar, junto con las corrientes, remolinos y pozos, que suponen también un grave riesgo en los ríos y en los embalses.
“Hay que evitar el baño en zonas profundas si no se sabe nadar o se es principiante”, explica Menéndez. Incluso “los buenos nadadores no deben confiarse, sobre todo en lugares en los que no han estado nunca y si no hay salvamento”. Del total de ahogamientos que se produjeron en 2018 en España, más del 80 por ciento tuvieron lugar en zonas no vigiladas.
Por otra parte, cuando haya salvamento “tenemos que hacer siempre caso a las indicaciones”, señala el especialista.
Cambios de temperatura y traumatismos
Saber nadar es el primer consejo para disfrutar del agua, pero hay otros factores que pueden comprometer también nuestra seguridad. Menéndez explica que “con frecuencia se producen episodios de mareo o pérdida de conciencia por cambios bruscos de temperatura u otras causas”. Ante una situación de este tipo “si no estamos acompañados, puede sobrevenir el ahogamiento”.
Otro de los mayores peligros a la hora de disfrutar del agua son los traumatismos, algunos con consecuencias dramáticas como los provocados por tirarse de cabeza en zonas poco profundas. Los expertos recomiendan sumergirse lentamente con precaución en el agua y no correr riesgos innecesarios.
No perder de vista a los niños
En el caso de los más pequeños, es fundamental no perderlos de vista durante el baño, manifiesta Menéndez. “Nunca debe permitirse que un niño que no sabe nadar se bañe sin la compañía de un adulto, incluso con flotador. El mejor flotador es el propio cuerpo cuando se sabe nadar, por eso hay que enseñar a los niños cuanto antes”, aconseja.
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