Deborah García Bello, química y divulgadora.
La
última encuesta del Barómetro CIS mostraba que cerca de
la mitad de la población en España no quiere ponerse la vacuna contra el Covid-19 de forma inmediata: prefiere no ponerse el antídoto o que sean otros los que lo reciban primero. Pero, ¿está justificado esta desconfianza? "Miles de personas se han puesto la vacuna antes que tú", recuerda la química y divulgadora
Deborah García Bello, en su cuenta de Twiter.
"'Temo que la vacuna no sea segura. Prefiero que otros se la pongan antes'. Precisamente eso es lo que se hace en los ensayos clínicos, donde participan miles de personas que se han puesto la vacuna antes que tú", afirma la experta.
"La
cantidad de personas que están participando en los ensayos clínicos -prosigue-
no tiene precedentes. Las condiciones también son idóneas para validar los ensayos: en esta pandemia el nivel del exposición al virus es enorme, lo que permite evaluar la eficacia de la vacuna en poco tiempo". En este sentido, explica los voluntarios se eligen de forma controlada y a partir
grupos representativos de personas con diferentes etnias, sexos, edades o patologías previas.
Participantes en los ensayos de las vacunas.
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"Si alguno de los participantes presenta algún efecto secundario anómalo o grave, el ensayo se para. Esto ocurre con frecuencia en los ensayos clínicos de cualquier fármaco", recuda. Y, "cuando esto sucede, en
el parón se analiza si el efecto secundario está relacionado con el fármaco o si es consecuencia de una patología o condición previa del paciente".
Recuerda que esto es algo habitual en los ensayos. Sin embargo, la visibilidad que tienen hace que los medios se hayan ido haciendo eco de estos parones, lo que ha podido provocar que algunas personas lo interpreten como "una razón por la que desconfiar". Pero nada más lejos de la realidad: "Ante cualquier duda sobre la seguridad, el ensayo se para.
Si hay la más mínima sospecha de que la vacuna genera un efecto secundario inasumible, el ensayo se cancelaría definitivamente y esa vacuna quedaría descartada", afirma.
"La revisión de los ensayos es triple: los laboratorios que siguen el método científico, científicos independientes evaluadores y, en última instancia, las autoridades sanitarias. Para que las autoridades sanitarias aprueben una vacuna,
antes tendrá que demostrar que cumple con los requisitos exigidos de eficacia y seguridad. Incluso en aprobación de emergencia. Estamos en este punto de la evaluación. Una vez comercializada la vacuna, las autoridades sanitarias mantienen el seguimiento. Se llama 'farmacovigilancia' y se hace con todos los fármacos", concluye.
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