El coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Javier Ena.
La
glucemia o azúcar en sangre en los pacientes con
diabetes ingresados adolece de la necesaria adherencia que, según se conoce, elude infecciones intrahospitalarias, complicaciones de la enfermedad e incluso el riesgo de caídas.
Así lo revelan sucesivos artículos
publicados en Revista Clínica Española (RCE) que forman parte del
Estudio Midia de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y que dirige el coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad,
Javier Ena.
Según ha explicado el propio Ena a Redacción Médica, la última investigación al respecto, realizada hace tres años e integrada en el Midia-2015, parte de una evaluación a 506 pacientes en 2014 y a 562 en 2015.
El estudio se llevó a cabo en
enfermos diagnosticados de hiperglucemia e ingresados en los servicios de Medicina Interna de 44 hospitales evaluados en dos momentos: 2014 (periodo basal) y 2015 (periodo posterior a la intervención médica).
En el trabajo se descubre una adherencia de los enfermos con diabetes, tras la intervención médica, de alrededor del 56 por ciento a dos métodos de uso frecuente en los hospitales para controlar la glucemia: el uso de
insulina bolo-basal (32,6 por ciento) y la
bolo-corrección (24 por ciento).
Son valores alejados del deseable cien por cien de adherencia, que evitaría toda la serie de complicaciones documentadas en las guías internacionales de práctica clínica al respecto. De ahí que el trabajo, publicado en RCE en 2016, concluya que “se hace necesario
implementar intervenciones multimodales para mejorar el tratamiento de la hiperglucemia en pacientes hospitalizados en áreas no críticas”.
La insulina bolo-basal combina la administración de la sustancia en su modalidad de acción rápida con la retardada, en tanto que la bolo-corrección se corresponde con la capacidad de una unidad de insulina de acción rápida para reducir el azúcar en sangre.
Examen de otros dos métodos de control
Pero como recuerda el propio Ena, en el estudio “se tomaron tres indicadores que fueron evaluados en dos periodos de tiempo”.
Aparte de los citados (insulina bolo-basal y bolo-corrección, de los que se han precisado antes los porcentajes del segundo periodo medido), “se observó una adherencia próxima al 75 por ciento en la
monitorización de la glucosa capilar a pie de cama” (en concreto se pasó de un 71,5 a un 74,1 por ciento).
En cuanto al tercer método utilizado para contener los niveles de glucosa, se trata del control en cada enfermo, previo a su ingreso, de la
hemoglobina glicoxilada, “una prueba que permite evaluar en un paciente los valores medios de glucosa en los tres meses previos”. En este caso, su valor aumentó, en los dos periodos estudiados, de un 54 a un 66 por ciento.
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