Exterior del Ministerio de Sanidad.
Lograr que no se demore el proceso desde la creación de un fármaco hasta su aprobación por las autoridades reguladoras y la
inclusión en el Sistema Nacional de Salud (SNS) es uno de los mayores retos a los que se enfrenta el Ministerio de Sanidad. Industria, pacientes y profesionales 'empujan' por conseguir un acceso temprano a los fármacos y, el departamento que dirige Carolina Darias, consciente de ello, está probando nuevas fórmulas como la llamada
precios flexibles o modulables.
Tal y como explican fuentes de Sanidad a
Redacción Médica, se trataría de dar precios provisionales a determinados
medicamentos innovadores con el fin de alcanzar una
introducción rápida en el sistema. De hecho, ya hay
farmacéuticas que confirman que disponen de esta nueva modalidad de financiación.
¿Cómo funciona este sistema de precios flexibles? Fuentes de la industria farmacéutica indican que es un
procedimiento "útil" para los
fármacos que cuentan con aprobaciones condicionadas por la Unión Europea se financien antes en España. Concretamente, lo que se hace es establecer un precio provisional que podrá variar tras conocer los resultados en vida real al cabo del tiempo. "A los años se
perfecciona el importe del producto", aseguran.
En este sentido, el
control y seguimiento de los pacientes que reciben los fármacos es imprescindible para que este modelo sea un éxito. "Una vez que tenemos un número suficiente de pacientes en el tiempo que sea representativo para estudiar los resultados, nos
sentamos con la Administración para redefinir el precio -si es que hay que hacerlo- pero ya con más datos reales en la práctica clínica", argumentan. Por ejemplo, para
medicamentos para el cáncer en los que hay que
medir la supervivencia es una buena alternativa.
Impulso de Valtermed
Los precios modulables son otra vía para aquellas terapias que no encajan en el
pago por resultados porque la medida de estos se hace "paciente a paciente y
no son variables clínicas". Por ello, la herramienta de Valtermed va a ser clave para
recoger los datos en vida real y conseguir un precio ajustado a estos resultados, pero el sistema debe ser "á
gil, automatizado y con más posibilidades para medir".
En la misma línea que Sanidad, la industria también considera que este modelo flexible es adecuado solo cuando hay
incertidumbre clínica porque si no podría "resultar una carga" para los médicos que deben precisar estos datos. "Tendrán que pasar
mínimo dos o tres años (aunque depende de cada caso) para que los datos de los pacientes, que no son muchos, sean robustos para interpretarlos. Cuando pase ese tiempo se verá si se redefinen los precios y las
condiciones de financiación", apuntan.
Adelantarse a los IPT
César Hernández, director general de Cartera Común de Servicios del SNS, defiende este sistema regulador cuya intención es
adelantarse a los Informes de Posicionamiento Terapéutico (IPT) y lograr reducir los tiempos de los acuerdos de financiación.
"Una autorización puede basarse en un
ensayo clínico inicial que parece prometedor, pero que requiere de un ensayo confirmatorio. La flexibilidad consistiría en acotar esa incertidumbre y acordar un precio inicial que podría aumentar si el
resultado confirmara los datos iniciales", sostienen fuentes del Ministerio de Sanidad.
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