Pedro y Mónica.
El tiempo es oro, especialmente para cualquier matriculado en Medicina. Las horas de clases, apuntes y estudio se tienen que abrir paso en un margen de tiempo que se vuelve cada vez más estrecho a medida que se acercan los exámenes. Pero además, hay que hacer frente a otro obstáculo: el coste del Grado, que es más o menos asumible en función de la universidad y la situación personal de cada estudiante. Es por ello que algunos no tienen más remedio que compaginar una formación de por sí sacrificada con horarios, turnos y nóminas de un entorno laboral ajeno a su profesión.
Parece una auténtica 'Misión Imposible', pero no es ficción. Pedro acaba de embarcarse en el primer año de carrera, y en cuanto sale de la facultad coge el transporte público para llegar una hora después a su trabajo en unos cines al sur de la capital madrileña, donde invierte 20 horas cada semana de forma rotativa. Se siente afortunado, ya que sus superiores entienden la exigencia de sus estudios: "Tengo la suerte de que con mis jefes puedo hablar. Tengo una optativa los jueves por la tarde, y les he avisado de cara a los próximos horarios de que estos días podré entrar a partir de las cuatro, antes no. Lo tengo hablado con ellos, son bastante compresivos en ese sentido", asegura.
La recompensa no es otra que
llegar a fin de mes y
costear poco a poco los seis años de carrera de su propio bolsillo y el resto de sus gastos personales: "Vivo con mi madre, todavía no me he independizado, pero no le hago pagarme la carrera. Pago la universidad, el internet de casa, la luz... Aporto de esa manera, el trabajo para mí es una necesidad". En las pocas semanas de clase que ha cursado, ha observado que
su situación es diferente a la de la mayoría de sus compañeros, pero también que estos lo comprenden.
"Vivo con mi madre, todavía no me he independizado, pero no le hago pagarme la carrera"
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Mónica vive algo parecido desde hace unos años más. Ella compagina sus asignaturas de quinto y sexto de Medicina con su trabajo como fisioterapeuta, una profesión en la que se graduó previamente. En su caso, la vocación fue otra pieza fundamental a la hora de tomar esta decisión: “Es verdad que la economía juega un papel importante, pero en mi caso mi profesión actual me apasiona, y por el momento no quiero dejar de trabajar de ello”, explica. De hecho, la joven identifica algunas ventajas dado que sus dos profesiones se complementan: “Aunar dos perspectivas, en mi caso la Fisioterapia y la Medicina, me da una visión muy completa del paciente, además de poder entender con mayor profundidad factores como el tipo de medicación que tome o la relevancia de otras patologías en el proceso que trato en consulta”.
Disciplina y motivación para compaginar Medicina con un trabajo
El secreto para llegar a todo no es otro, en su opinión, que “
disciplina y motivación”. Para ella no ha sido especialmente complicado, ya que se autodefine como una persona “muy cuadriculada con los horarios y las tareas”.
Llevar los apuntes al día e incluso adelantarse a los contenidos de sus clases le permite organizar con tiempo sus jornadas de estudio e intercalarlas con su horario laboral. Todo ello “Sin olvidar la familia, el autocuidado, el ocio y descanso, que son fundamentales”, remarca.
"Disciplina y motivación (...) sin olvidar la familia, el autocuidado, el ocio y el descanso, que son fundamentales".
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Pero incluso con la organización más detallada, el tiempo es limitado, por lo que toca hacer algún que otro sacrificio y establecer prioridades: “Durante la semana hay que aprovechar cada hora para llevar todo al día, pero sin llegar al burnout. Si un día me levanto y a las 8 no puedo llegar a clase priorizo descansar y llegar a la siguiente hora más tranquila”. Otro punto fundamental para ella es el apoyo por parte del entorno, no sólo en el trabajo o en clase, también en casa, algo que le garantizan su pareja y su hermano.
En las dos carreras que ha cursado, Mónica ha notado
diferencias con el perfil socioeconómico de sus compañeros, aunque en este último Grado cuenta con un obstáculo más: “En el acceso a becas y ayudas, tanto del Ministerio como de la Universidad, por tener ya un título superior se me excluye del derecho a solicitar la gran mayoría de becas, sin importar los ingresos. Comprendo que se priorice a aquellos alumnos que cursen sus primeros estudios, pero no considero que hacer otra carrera sea un capricho”, ha denunciado.
Dos trabajos más los estudios, posible gracias a los compañeros
El caso de Marta es un término medio entre los de Pedro y Mónica. Ella está en el último curso de Medicina y ninguno de sus dos trabajos está relacionado con el ámbito sanitario: de lunes a viernes ayuda en un comedor escolar mientras los martes y jueves, además, da clases particulares a alumnos de Educación Primaria. Sus motivaciones para trabajar son más 'morales' que monetarias, ya que lleva haciéndolo desde los 18 años y siempre ha tenido claro que no quiere depender económicamente de su familia durante los seis años de universidad y el complementario de MIR.
A la hora de armar el puzzle de su día a día no siempre encajan todas las piezas, y es que dependiendo del punto del curso en el que se encuentre tiene que faltar más o menos horas a clase. De hecho, en época de exámenes no pisa la universidad y no pierde ni un segundo de estudio entre horas o los fines de semana.
Lo mas difícil para ella es seguir el ritmo de las clases y llevar el temario al día, algo que considera “prácticamente imposible”. La complicación adicional que vive son las horas de estudio, algo en lo que sí nota diferencias con el resto de su clase. “Si mis compañeros echan 15 o 16 horas al día, yo tengo que amoldarme y hacer 9, 10 o las que pueda”. No obstante, ellos son los primeros que comprenden su situación y que le han 'echado un cable' más de una vez: "Sin ellos no sería posible. Son los que me ayudan en muchas asignaturas a las que no puedo ir ni coger apuntes, y ellos me los envían", explica agradecida.
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