Luis Cristóbal Capitán, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, y Javier Arias, decano de la Facultad de Medicina de la UCM.
Convertirse en catedrático de
Medicina antes de los 40 años es una
auténtica hazaña digna de película de ficción. El proceso de acreditación, los estrictos requisitos de investigación y la escasa oferta de plazas hacen que el camino sea largo y, en muchos casos, desmotivador. Esta es la situación por la que la mayoría de los
catedráticos que se pueden encontrar en
las facultades de todo el país superan la cuarentena. Además, a esto se suma una cuestión económica:
la docencia universitaria no siempre es la opción más atractiva para los médicos jóvenes, que pueden encontrar mejores condiciones en el sector privado o en la sanidad pública asistencial.
Luis Cristóbal Capitán,
decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, explica que
la dificultad principal radica en los criterios exigidos por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (
Aneca). "Los criterios que se han venido pidiendo hasta ahora eran
en muchos casos insalvables para alguien que trabajaba en la asistencia clínica", afirma. En su opinión, esto ha llevado a que muchos profesores altamente capacitados no logren alcanzar el puesto de catedrático.
La situación podría cambiar con la introducción de nuevos criterios en
la cátedra, pero la incertidumbre persiste. "Parece que estos criterios de
investigación pueden haber bajado un poco, pero tampoco
nos fiamos hasta que no se refleje realmente en las acreditaciones, porque hasta ahora no se ha acreditado nadie con ellos", advierte Capitán.
"Parece que estos criterios de investigación pueden haber bajado un poco, pero tampoco nos fiamos hasta que no se refleje realmente en las acreditaciones"
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Uno de los problemas clave es que los
profesores clínicos son evaluados con los mismos parámetros que los investigadores básicos, quienes dedican todo su tiempo a la investigación. "Se exige en muchos casos a un clínico que tenga el mismo nivel de investigación que un básico que solamente se dedica a la investigación", señala el decano de
Sevilla. Esta exigencia hace que
muchos médicos con una excelente trayectoria docente y clínica se queden fuera del acceso a la cátedra.
Además, los criterios de la Aneca han penalizado los
trabajos multicéntricos, que son fundamentales en la investigación médica. "
Nunca se ha entendido por qué no se valoran estos trabajos, que tienen mayor valor científico que los unicéntricos", critica Capitán. Esta decisión ha supuesto
una barrera adicional para muchos investigadores clínicos, cuyos estudios colaborativos no han sido reconocidos adecuadamente en el proceso de acreditación.
Por su parte, Javier Arias, decano de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (
UCM), detalla las múltiples etapas que un médico debe superar para alcanzar la cátedra. "Para ser catedrático de Medicina hace falta,
primero, ser titular y luego volver a acreditarse para catedrático. Pero además, la universidad tiene que sacar la plaza, lo que supone un concurso de oposición y mucho tiempo", explica. Esto implica que, incluso si un candidato reúne todos los requisitos,
puede tardar años en obtener una plaza debido a la
burocracia y la falta de oportunidades.
El aspecto económico, otro impedimento
Las universidades también enfrentan
limitaciones presupuestarias y administrativas. "Hace falta que haya
financiación para esas plazas y que haya profesores titulares acreditados que luego puedan optar a catedrático", indica Arias. La tasa de reposición, que regula cuántas plazas pueden abrirse en función de las
jubilaciones y otras bajas,
restringe aún más las oportunidades para los jóvenes aspirantes.
"Hace falta finaciación para esas plazas y que haya profesores titulares acreditados que luego puedan optar a catedrático"
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El aspecto económico también es determinante en esta problemática. Luis Cristóbal Capitán destaca que en algunas comunidades autónomas, como
Andalucía,
un profesor asociado clínico puede ganar más que un profesor titular. "Eso hace que haya menos interés en la carrera académica", lamenta. Muchos médicos prefieren continuar su labor asistencial en hospitales, donde los salarios y las condiciones laborales pueden ser más favorables.
Arias coincide en que el
salario de un profesor universitario es
poco competitivo en comparación con el sector privado. "Al final, la asistencia no se deja, y el sueldo de profesor es lamentable, sobre todo porque los puestos de gestión no están incentivados", subraya. Según el decano de la Complutense, esto explica por qué muchas posiciones de responsabilidad dentro de la universidad, como jefes de departamento o vicedecanos, son difíciles de cubrir. "
Es muchísimo trabajo añadido y muy poco sueldo extra", resume.
"Einstein tampoco lo conseguiría"
El sistema de acreditación también es excesivamente rígido, lo que
impide que talentos excepcionales puedan acceder rápidamente a la cátedra. "Si viniera un científico de nivel mundial -por ejemplo Einstein con sus
premios Nobel y una carrera intachable-, lo tendría dificilísimo, porque la norma diría que necesita tantos años de docencia y tantos papers publicados", ejemplifica Arias. Aunque
este modelo evita que personas sin los méritos adecuados accedan a la cátedra, también dificulta la llegada de jóvenes con gran potencial.
Otro de los obstáculos es la exigencia de múltiples méritos acumulativos. "Se necesitan publicaciones, patentes, experiencia docente...
son muchos requisitos que no se adquieren fácilmente en un recorrido corto", señala
Arias. Dado que muchos de estos logros requieren años de trabajo y financiación, es prácticamente imposible cumplirlos antes de los 40 años.
"Se necesitan publicaciones, patentes, experiencia docente... son muchos los requisitos que no se adquieren fácilmente en un recorrido corto"
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Como consecuencia, el acceso a la cátedra se retrasa considerablemente, y el sistema no logra atraer suficientes candidatos jóvenes. "La ventaja es que
todos han pasado tantos filtros que son buenísimos", reconoce Arias. Sin embargo, esta exigencia extrema puede frenar el relevo generacional y dificultar la
innovación en la enseñanza médica.
A pesar de estas dificultades, algunos profesores siguen apostando por la vía académica por vocación, aunque sean una minoría. Si el sistema no se flexibiliza y se adapta a la realidad de los profesionales clínicos,
el número de catedráticos jóvenes seguirá siendo excepcionalmente bajo, lo que puede afectar el futuro de la educación médica.
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