Un matrón asistiendo un parto.
Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España hay colegiados
8.571 profesionales de Enfermería Obstétrico-Ginecológica, de los que tan solo el
5,83 por ciento son hombres. Se trata de una profesión que todavía sufre una
gran influencia de género. Según un
estudio elaborado en España, los matrones coinciden en que han tenido que enfrentarse a
situaciones problemáticas en su vida profesional por cuestión de su sexo.
Pertenecer al sexo masculino ha significado un perjuicio para los matrones a la hora de ejercer su profesión
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Yo pensaba que a esto se dedicaban solamente las mujeres" o "
¿Y no hay ninguna mujer que me pueda atender?" son algunas de las lindezas que han tenido que escuchar algunos de los matrones participantes en el estudio. Para ellos, el pertenecer al sexo masculino ha significado un perjuicio a la hora de ejercer su profesión. Sin embargo, la mayoría reflejan que
han sabido solventar estas circunstancias de manera satisfactoria.
"Yo creo que las veces que he tenido problemas por el hecho de ser hombre faltaba la cercanía emocional (...), si falta ese clima de confianza, sumado a que eres un hombre,
es un escalón que tienes que superar", añade un matrón. "
Algunas culturas no aceptan al género masculino en esta profesión, les cuesta, entonces se lo intentas explicar y les pides respeto", destaca otro de los profesionales participantes en el estudio.
Las matronas también son obstáculos
Sorprendente es la declaración de un matrón que asegura que la "principal dificultad" que se encontró "fue con las matronas" y no con las mujeres a las que atendía o sus parejas. El especialista reconoce: "A mí no me querían llevar, no me querían como alumno. De hecho,
hubo matronas que me dijeron que esto era cosa de mujeres, para mujeres.
La resistencia que ha venido por parte de las matronas no la llegué a superar".
En conclusión, los matrones participantes en el estudio sienten que han tenido que
lidiar con los estereotipos de género que aún perduran en el ámbito socio-cultural. Además, estas situaciones han provocado, en algunas ocasiones, que no existiera un adecuado y necesario clima de confianza con la mujer a la que atendían y su pareja. Por otro lado, estos profesionales insisten en que en ocasiones se han sentido
marginados, además de
incómodos y
avergonzados por trabajar con la intimidad femenina.
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