María José Cózar, enfermera de Pediatría; María José Vázquez, enfermera de Geriatría, y María Teresa Mazo, gestora de Urgencias.
Enfermería es una profesión joven. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE),
el 53 por ciento de las sanitarias no ha cumplido los 45 años. Además, en buena parte de las comunidades autónomas, las trabajadoras de menos de 35 años suponen el grueso de las plantillas en hospitales, centros de salud y residencias. La pirámide demográfica se estrecha a medida que se asciende a su cúspide. A partir de una determinada edad, las bajas en el ámbito se incrementan, en algunas ocasiones, por
el agotamiento con el que llegan algunas sanitarias a la última fase de su vida laboral. La vocación sirve de guía para muchas, pero una parte de las profesionales sueña con no tener que cruzar las puertas de su lugar de empleo nunca más.
A María José Vázquez no le queda mucho más de un año para jubilarse. Sobre sus espaldas, décadas de trabajo como enfermera especialista de Geriatría. En estos momentos, atiende turnos de mañana, tarde y noche en la residencia Torres Ballester de A Coruña. "No creo que yo ni nadie de más de 60 años trabaje mejor ahora que en su juventud, porque la capacidad física y mental está mermada", ha destacado.
Las largas jornadas hacen mella en el estado de salud de las profesionales, por lo que la jubilación anticipada sin recortes es una petición clásica del sector. “Es un despropósito que no tengamos coeficiente reductor para poder jubilarnos antes y estemos a esta edad cuidando cuando ya tenemos que ser cuidadas”, ha continuado la sanitaria.
Recientemente la Mesa del Congreso dio luz a verde al debate de admisión a trámite de
una proposición de ley de Podemos que pide que los trabajadores que
hayan cotizado más de 40 años antes de la edad de jubilación puedan retirarse con la pensión completa. María José Cózar ya supera las cuatro décadas de trayectoria profesional a sus 63 primaveras. A finales de 2025 dejará atrás su vida laboral. Se despedirá desde la unidad de Pediatría del centro de salud de Cambre (A Coruña). Tras pasar por diez servicios distintos, ha reconocido que este último es algo más calmado. Algo que no tienen sus compañeras del hospital. “Tengo trabajo, pero no la sensación de estar al límite constantemente. 40 años de turnos con el sueño trastocado, sin horario para comer, atendiendo a pacientes con alto nivel de complicación
no puede ser exigible a personas mayores de 60 años, ya que la nuestra es una profesión de desgaste y responsabilidad”, ha denunciado la sanitaria.
"No pueden exigirle a una profesional de más de 60 años que realice turnos nocturnos o no tenga horarios de comida", ha denunciado Cózar
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Por otro lado, María Teresa Mazo
no vislumbra una retirada en los próximos meses, pese a que ya tiene 66 años. La enfermera supervisa el área de consultas del Centro de Alta Resolución de Procesos Asistenciales (Carpa) de Logroño, tras pasar por Atención Primaria, Urgencias, Cirugía y Recursos Humanos. “Me gusta mi profesión, me encuentro bien y mientras no haya ninguna necesidad imperiosa seguiré. Eso sí, no mucho más porque hay que dejar paso a las nuevas generaciones”, ha indicado.
En su caso, la vocación le puede y considera que
cada enfermera debe decidir jubilarse cuando considere. "Depende de la motivación que tenga cada uno. Yo he pasado de todo y ahora creo que estoy disfrutando de partes de mi profesión que no había en otras fases de mi vida laboral", ha argumentado.
La experiencia como plus laboral
Ninguna de las tres
siente que sus tareas sean distintas a las de una compañera más joven. Vázquez realiza las mismas técnicas geriátricas, acompañamiento psicológico y turnos que el resto. La extracción de sangre, inoculación de vacunas o atención de urgencias a niños y niñas lo hace tanto Cózar como sus homólogas de menor edad. Tampoco cambian las labores de enfermera base y gestión de recursos de Mazo. Eso sí, estas dos últimas cuentan con un horario más estable: de 8:00 a 15:00 de lunes a viernes.
Las enfermeras concuerdan en que
el trabajo de años en los distintos servicios les ha ayudado a mejorar en su labor diaria. "En Geriatría, conocer a los ancianos es clave y eso solo lo dan los años. Puede ser que las jóvenes cuenten con una mayor formación en tecnología, pero todavía no tienen el callo que da la experiencia", ha puntualizado Vázquez. En esta misma línea se ha pronunciado la sanitaria de Logroño, quien ha recalcado que el paso por cada unidad le ha permitido ser mejor profesional. Mismo pensamiento tiene Cózar, quien ha agregado que el trabajo da seguridad y eficacia en la asistencia de pacientes. "Una recién graduada sale con una maleta llena de conocimientos, como piezas de un puzle que la experiencia hará que coloque en el sitio adecuado".
"Las jóvenes tienen las piezas del puzle, pero las experiencia les hará colocarlas correctamente", ha añadido Cózar
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Asimismo, Mazo ha r
eivindicado el valor de la enfermera más madura, como garante del conocimiento de la profesión. "Creo que se requiere comunicación con la gente que lleva más años trabajando", ha afirmado. De ahí, la importancia de que las profesionales con más años de experiencia
formen parte de las unidades formativas EIR, con el objetivo de conseguir especialistas más preparadas para enfrentarse a las problemáticas que acontecen en la infraestructura sanitaria.
Necesidad de una mayor empatía
Al igual que tienen claro que la experiencia es clave para la construcción de la enfermera, también entienden que
las recién graduadas salen de la facultad mejor formadas. Las nuevas profesionales conocen procedimientos que antes no se tocaban o materias que no se incluían en los planes de estudio de la carrera. Aunque, la principal diferencia está en
la tecnología. Y es que las graduadas del siglo XXI manejan desde el principio instrumentos y programas que las que tienen el título desde hace años no conocen o en los que se han tenido que instruir desde su puesto de trabajo.
Sin embargo, Mazo ha remarcado que a muchas de ellas les falta una cualidad fundamental para ser enfermera:
saber tratar a los pacientes. "Les interesa el diagnóstico y la vanguardia sanitaria, pero se han olvidado de cómo cuidar al paciente. De usar buenas palabras, de acercarse, de cogerle la mano cuando lo necesita", ha argumentado. "Somos el primer contacto con el paciente en el ámbito de la salud y esto no hay que perderlo de vista", ha continuado.
"No podemos perder la faceta humana de la profesión", ha asegurado Mazo
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La gestora de Carpa ha admitido que
la celeridad de la profesión puede estar tras este menor contacto con el enfermo. También la situación de 'burnout' que viven muchas profesionales debido a las malas condiciones laborales y la acumulación de trabajo. Pero, bajo su punto de vista, no hay que perder los hábitos del pasado. "No podemos perder la faceta humana de la profesión", ha sentenciado.
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