Para que el CI sea válido debe referirse a un procedimiento concreto



23 sept. 2014 21:00H
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Ricardo Martínez Platel. Madrid

José Manuel Maza, magistrado de la Sala 2ª del Tribunal Supremo; Guillermo Petersen, coordinador de la Oficina Regional de Coordinación de Salud Mental; Javier Sánchez-Caro, académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina.; Mercedes Navío, coordinadora asistencial de la Oficina Regional de Coordinación de Salud Mental; y Tirso Ventura, facultativo especialista de Área.

La valoración de la capacidad es una función del médico responsable del paciente. Una tarea que queda enmarcada dentro del consentimiento informado, a través de un proceso deliberativo que obliga a respetar a las personas que tienen limitada la capacidad para tomar decisiones sanitarias, preservando su autonomía. Así se puede extraer del 'Manual de consulta en valoración de la capacidad' que se ha presentado en la Real Academia Nacional de Medicina, que ha contado con la colaboración de Otsuka y Lundbeck.

La autora, Mercedes Navío, ha explicado que "se trata de un manual breve pero completo y actualizado sobre la valoración de la capacidad. Creemos que será de máxima utilidad, habida cuenta de las múltiples consultas de distintos especialistas en todos los ámbitos. Es una demanda ubicua, creciente y recurrente".

Navío advierte de que la valoración de la capacidad "es un equilibrio complejo, en ocasiones sujeto a decisiones paternalistas, que puede tener implicaciones en los ámbitos civil y penal". La obra insiste en que "la evaluación de la capacidad de los pacientes para aceptar un tratamiento o participar en una investigación es fundamental para lograr un equilibrio adecuado entre el respeto de la autonomía de los pacientes que son capaces de tomar decisiones informadas, y a la protección de las personas con deterioro en la capacidad para evitar consecuencias negativas de una mala decisión".

Para Diego Gracia, catedrático Historia de la Medicina Universidad Complutense de Madrid, "lo que interesa no es saber si alguien es completamente capaz o incapaz, sino si hay proporción entre la capacidad que tiene y la decisión que pretende tomar".

En los últimos años ha habido una modificación evidente de la relación médico-paciente, pasando del principio de beneficencia a la ética de la autonomía. De esta manera, los principios de la Bioética constituyen el fundamento del consentimiento informado, que para que sea válido debe referirse a un procedimiento concreto y ser dado por una persona en su sano juicio, de forma libre y después de valorar la información necesaria.

Así, la tarea del psiquiatra en la evaluación de la capacidad es la de respetar y defender la libertad del paciente que está capacitado para tomar decisiones sanitarias y la de proteger y cuidar al paciente con deterioro de esta capacidad.
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