María Madariaga.
La
endometriosis es una enfermedad ginecológica inflamatoria crónica y tumoral que afecta a entre un 10-15 por ciento de la población femenina en edad fértil. La afección se caracteriza por dolor pélvico crónico (DPC) en uno de cada cuatro casos que, en la mayoría de ocasiones, van a necesitar un abordaje a través de las
unidades de dolor de los hospitales.
Por lo general, las afectadas con DPC sufren una molestia constante o intermitente en la región abdominal inferior o pélvica, de al menos seis meses de duración, y no aparece exclusivamente con la menstruación o el coito, y tampoco está asociada al embarazo.
El origen de la endometriosis sigue generando dudas, ya que “no existe una etiología clara”, apunta
María Madariaga, responsable de la Unidad de Dolor del Hospital Universitario Infanta Sofía (Madrid) durante el taller que ofreció a una veintena de pacientes en la última edición de
Aula Inidress Las unidades de dolor y la
endometriosis: recursos intervencionistas.
Sin sintomatología específica
La prevalencia en mujeres del dolor pélvico crónico en mujeres en edad reproductiva llega hasta el 24 por ciento. La falta de una sintomatología específica y el desconocimiento profesional hace que en ocasiones
el diagnóstico se retrase. Sin embargo, “la opción de derivación a las unidades del dolor para estos pacientes es un derecho que todos pueden reclamar”, señala Madariaga.
Estas unidades cumplen una clara función que es aliviar el dolor. Asimismo, también trabajan para disminuir la medicación con potencial adictivo, incrementar la calidad de vida,
funcionalidad y reincorporación laboral, y reducir la utilización de los recursos sanitarios. “Se estima que el empleo de estos centros reduce entre tres y seis veces la hospitalización y los procedimientos quirúrgicos mayores”, concreta la experta.
El problema del dolor crónico, continúa, es que “nada es fácil, porque muchas personas trabajan con dolor, pero como es algo que no se ve no se aprecia en la sociedad y cuando llegan a la consulta hay que preguntar por todo desde el principio para poder hacer una buena valoración”, matiza. Pese a que el DPC es el síntoma más frecuente, no aparece en todas las mujeres con endometriosis, por lo que no hay una correlación clara entre la severidad de la endometriosis y la intensidad del dolor”, explica.
Relación con el sistema nervioso central
La literatura científica sí establece pruebas claras de que la suma del dolor pélvico y de
la endometriosis está fuertemente asociada a una alteración de la función cerebral y, por tanto, en el sistema nervioso central.
En este sentido, la doctora apunta que el tratamiento más efectivo para estas pacientes requiere de técnicas intervencionistas. “Son procedimientos mínimamente invasivos a través de los cuales se administra la medicación en la proximidad de estructuras nerviosas con el fin de interrumpir o
bloquear la transmisión del impulso doloroso y disminuir la percepción del dolor”, explica Madariaga. Ahora bien, dependiendo de cada caso se aplicará una técnica u otra. “El dolor crónico debe ser tratado por sí mismo, independientemente de la causa”.
Al contrario de lo que se piensa, no se ha demostrado suficiente evidencia científica en el uso de la toxina botulínica para aliviar el dolor de las afectadas. “Hasta ahora se desconoce la dosis eficaz, los puntos de inyección y la profundidad. No está validada”, advierte Madariaga.
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