En tiempo récord la inteligencia artificial (IA) está transformando muchos sectores y el de la sanidad no es una excepción. Lo primero que debemos considerar es que no podemos perder un tren de la innovación que, bien encauzado, proporcionará nuevas herramientas para mejorar la atención al paciente y optimizar los flujos de trabajo.

El Consejo General de Enfermería de España, en coordinación con los colegios provinciales y los Consejos Autonómicos, ha materializado en los últimos años una gran apuesta por la investigación y la innovación en el seno de nuestra profesión, con importantes fondos encaminados a impulsar la ciencia de los cuidados.

Pero en ese escenario deben ocupar un lugar importante todos aquellos avances tecnológicos que puedan repercutir de forma positiva en la asistencia. Hablamos, por ejemplo, de cómo ahorrar mucho tiempo en documentar nuestro trabajo y rellenar las historias clínicas u otras taras rutinarias y tediosas que impiden centrar toda nuestra atención en la persona que tenemos delante.

La IA ayudará a minimizar errores, favorece la consulta rápida de información fiable procedente de las mejores fuentes documentales o racionaliza la planificación de los cuidados. Todo ello puede revolucionar la Enfermería en los próximos años… por supuesto siempre que las Administraciones se decidan a incorporar algunos de estos adelantos.

Humanidad


Obviamente, no se trata en ningún caso de menoscabar la parte más humana de nuestro trabajo, de dejar de tocar y mirar a los ojos al que sufre o necesita nuestra ayuda. Siempre hay un riesgo de que la Sanidad derive a una automatización y mecanización excesiva, pero, como decía antes, nuestro propósito es sacar todo el partido a los avances técnicos que están cambiando el mundo.

Si nos liberamos de tareas más rutinarias podremos dedicar más tiempo a lo que es nuestro leitmotiv, el cuidado de los pacientes, porque si hay algo que nunca va a poder realizar la tecnología es el cuidado humano. La esencia de nuestra profesión que se fundamenta en la empatía, el cuidado cercano y la vocación de servicio es algo insustituible que ninguna máquina podrá replicar. La IA debe ser un complemento, una herramienta que amplifique nuestras capacidades sin reemplazar la calidez del trato humano.

Como hemos podido comprobar en el segundo Congreso Nacional de Inteligencia Artificial que se acaba de celebrar en Elche, la IA ya no es el futuro: es el presente. Si queremos una enfermería más innovadora, eficiente y, sobre todo, centrada en las personas no podemos perder este tren.