La pérdida de Joan Rodés es una noticia muy triste para la Sanidad española y para cuantos hemos tenido el privilegio de conocerlo y de ser sus amigos.
Unía a su rigor científico y a su profunda sensibilidad como clínico, el seny y una infinita capacidad de diálogo. Por encima de todo, era una excelente persona.
Tuve la suerte de colaborar estrechamente con él en una de las etapas más fructíferas del Consejo Asesor de Sanidad; un Consejo que él presidió, dedicándole una parte muy importante de su valioso tiempo.
Y lo hizo a lo largo de varias legislaturas, prestando inestimables servicios a nuestro Sistema Nacional de Salud y a los sucesivos ministros de Sanidad, siempre con independencia de criterio y con singular destreza para consensuar opiniones ante los temas más sensibles que fueron sucediéndose en el devenir sanitario.
Él se ha ido y para quienes hemos sido sus compañeros en el Consejo Asesor nos queda su testimonio ejemplar y, ante todo, un hueco irreemplazable.