Así mismo, datos presentados en el ASH también demuestran una mejoría de la calidad de vida



10 dic. 2015 11:16H
SE LEE EN 3 minutos
Redacción. Orlando (Estados Unidos)
En los tumores linfáticos, la capacidad de un tratamiento para negativizar la enfermedad, lo que los expertos denominan enfermedad mínima residual (EMR), se ha ido convirtiendo en un objetivo cada vez más relevante. Se trata de conseguir una remisión tan profunda que resulta difícil detectar la enfermedad con la tecnología actualmente disponible y ser sinónimo de mejor pronóstico y, de más tiempo de vida sin necesidad de un nuevo tratamiento.

Sandra Horning.

En la 57 Reunión de la Asociación Americana de Hematología, se han presentado resultados sobre EMR en linfoma no Hodgkin (LNH). Concretamente son datos del estudio fase III Gadolin en pacientes con LNH indolente que sufrieron una recaída durante los seis meses posteriores a un tratamiento basado en rituximab. En un subgrupo de paciente con linfoma folicular (el más común entre los LNH indolentes) de esta investigación, se ha comprobado que el uso del anticuerpo obinutuzumab (Gazyvaro) más la qumioterapia bendamustina se traduce en una remisión del cáncer al término del tratamiento claramente mayor que la que con la quimioterapia sola al determinarse la negatividad de EMR (82 por ciento vs 43 por ciento, respectivamente; p<0.0001).

 Para Sandra Horning, Chief Medical Officer y responsable de Desarrollo Global de Productos de Roche, “este logro es especialmente importante para este grupo de pacientes con linfoma folicular, cuyo manejo dispone de opciones limitadas de tratamiento”.

 Según Armando López Guillermo, del Servicio de Hematología del Hospital Clìnic de Barcelona, resulta “interesante comprobar que con obinutuzumab se incrementa el porcentaje de pacientes con EMR negativa, lo que indica probablemente una mayor eficacia antitumoral del tratamiento. No obstante, conviene tener en cuenta que en el otro grupo no se utiliza ningún anticuerpo monoclonal. Lo más destacable es que la EMR, y por ende el uso de obinutuzumab, se correlaciona bien con la supervivencia libre de progresión; ahora será preciso determinar si pasa lo mismo con la supervivencia global”.

Calidad de vida

Otro análisis del mismo estudio presentado en Orlando puso de manifiesto también que es mayor la proporción de pacientes que mejoró su calidad de vida entre los tratados con obinutuzumab que aquellos otros que solo recibieron quimioterapia. Este parámetro fue un objetivo secundario del Gadolin y el resultado sugiere que una mayor supervivencia libre de progresión (SLP) no conlleva un incremento de la toxicidad asociada al tratamiento que impacte negativamente en la calidad de vida. En opinión del doctor López Guillermo, “con toda probabilidad las diferencias de calidad de vida favorables al grupo de obinutuzumab tengan su origen en la mayor duración de la respuesta que el anticuerpo consigue. Si el paciente tarda más en recaer, su calidad de vida será, sin duda, mejor”.

La Food and Drug Administration (FDA, por sus siglas en inglés) ha concedido la revisión prioritaria para obinutuzumab en el tratamiento de pacientes con linfoma folicular que han recaído o no responden a un tratamiento basado en rituximab. Roche también ha solicitado la autorización del nuevo anticuerpo a otras agencias regulatorias, incluida la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para tratar a pacientes con linfoma folicular que no respondieron o que progresaron en los seis meses siguientes a una terapia con rituximab o a una pauta que incluyera rituximab.

 

Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.