Redacción. Madrid
El uso prudente de los antibióticos ayuda a detener el desarrollo de bacterias resistentes y mantiene su eficacia terapéutica para las generaciones venideras, además de reducir el gasto al ganar en eficacia en el tratamiento. Por eso adquiere relevancia la alerta de la Unión Europea (UE) respecto a que, incluso los antimicrobianos de última generación, han dado ya muestras de resistencias bacterianas que anulan su potencial curativo.
Marc Sprenger,
director del ECDC.
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En este contexto, este martes se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos, iniciativa europea de salud pública anual llevada a cabo por el centro europeo para la prevención y el control de enfermedades (ECDC) cuyo objetivo reside en sensibilizar sobre la amenaza que la resistencia a los antimicrobianos supone para la salud pública y fomentar su uso prudente.
Los datos más recientes confirman que el número de pacientes infectados por bacterias resistentes, incluso a los antibióticos de última generación, crece en toda la Unión Europea (UE), y que ese hecho constituye una seria amenaza para la salud pública.
La aparición de la penicilina en la década de los 40 supuso uno de los grandes hitos en el control de las infecciones bacterianas pero, solo 70 años después, nos enfrentamos a un posible futuro sin antibióticos eficaces para tratar infecciones bacterianas graves. La causa está en las resistencias antimicrobianas derivadas, entre otras causas, de un uso abusivo, la automedicación o un uso inadecuado por pacientes y profesionales.
Todo ello ha puesto en riesgo la eficacia de uno de los fármacos esenciales en la historia de la salud humana y ha traído, entre otras cuestiones, un aumento de los costes sociales y financieros de los tratamientos de las infecciones resistentes a los antimicrobianos ya que los pacientes infectados con microorganismos resistentes a los medicamentos son más propensos a permanecer en el hospital durante un período de tiempo más largo y tener peor mal pronóstico.
Costes y pérdida de productividad
Aunque el coste total de las resistencias antimicrobianas es difícil de calcular, en 2009, el ECDC y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) estimaron que el coste total para la UE en términos de costes de atención médica adicionales y las pérdidas de productividad fue de al menos 1.500 millones de euros.
Los estudios sobre las muertes atribuibles a las infecciones resistentes a múltiples fármacos muestran que, cada año, éstas dan lugar a unas 25.000 muertes en 29 países de Europa (5,1 por cada 100 000 habitantes) y 23 000 muertes en los EE.UU.
Por otra parte, ha habido una disminución constante en el número de nuevos medicamentos antibacterianos que entran en el mercado en los últimos decenios.
Debido al tiempo y los gastos necesarios para llevar un nuevo medicamento desde que su hallazgo a su comercialización, es necesario responder a la situación actual y prepararse para el futuro. El objetivo de estos esfuerzos es asegurar que haya tratamientos eficaces disponibles para tratar a los pacientes con enfermedades infecciosas graves, incluidos los pacientes con microorganismos resistentes.
Cartel informativo del ECDC.
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La reciente aparición y propagación de bacterias resistentes a los antibióticos carbapenémicos son particularmente preocupantes porque estos antibióticos son uno de los antibióticos de última generación para el tratamiento de infecciones resistentes a múltiples fármacos.
En Europa, según documentos del ECDC, se estima que se producen cada año 3,2 millones de infecciones hospitalarias, de las cuales 51.901 están causadas por bacterias no susceptibles a antibióticos carbapenémicos.
Preservar su eficacia
Sin embargo José Campos, jefe del Laboratorio de Referencia y Programa de Vigilancia de Resistencias del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha advertido de que “sólo el desarrollo de nuevos antibióticos no será suficiente para hacer frente al problema de la resistencia. Las bacterias siempre encontrarán una manera de superar el efecto terapéutico de nuevos fármacos; por lo tanto, la eficacia de los fármacos existentes necesita ser preservado”.
Campos añade que “los esfuerzos en la prevención y el control de las infecciones, incluyendo la vacunación, es esencial para controlar la propagación de enfermedades infecciosas y sus factores de resistencia asociados. Otra forma de disminuir la presión selectiva sobre las bacterias en el intestino y el medio ambiente es el uso de fármacos con un estrecho espectro de actividad o enfoques terapéuticos alternativos que ejerzan una menor presión selectiva”.
Eludir la automedicación
Según recomienda la campaña del ECDC de este año, una de las medidas básicas para reducir las resistencias antimicrobianas es evitar la automedicación con antibióticos “si se toman antibióticos de forma repetida e inadecuada se contribuye a aumentar la resistencia bacteriana a los antibióticos”, recuerda Campos que insisten en destacar que muchas enfermedades invernales como la gripe y los catarros son causadas por virus frente a los cuales los antibióticos no son eficaces aunque sí que hay otros medicamentos que alivian los síntomas.
Tampoco se deben utilizar antibióticos sobrantes que pueden haber funcionado muy bien en una anterior infección pero no tienen por qué ser igual de eficaces en otra. El médico es el único que puede prescribir antibióticos.
“De entre los pasos que hay que dar para hacer frente a la resistencia a los antibióticos, los expertos estiman que la mejora de las prácticas de uso de antibióticos por parte de los profesionales y los ciudadanos, es una de las acciones más importante para frenar el desarrollo y la propagación de las bacterias resistentes a los mismos”. Recuerde, que sin antibióticos eficaces las operaciones quirúrgicas, la quimioterapia o los cuidados intensivos, no serían posibles o se verían gravemente restringidas.
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