Una sala de espera llena de pacientes.
Pasar una noche en un hospital nunca es agradable, pero sí que podría ser más cómodo. Y no sólo para los pacientes, sino también para los acompañantes y el propio personal sanitario, que en muchas ocasiones no puede
descansar a gusto cuando están realizando una guardia o dejar sus cosas en una
taquilla en condiciones: “En algunos hospitales son tan diminutas que las llaman
los nichos”, bromea una cirujana de Madrid. Lo peor para los profesionales es que no todos tienen derecho a una: “Yo me pasé cuatro meses esperando el acceso. Tenía que dejar mis cosas personales tiradas por ahí”, recuerda. Los acompañantes tampoco tienen muchas más ventajas: “Las habitaciones son chiquititas, con dos
sillones muy duros. Los clásicos de un hospital, que sales con la espalda doblada”. Y suerte si no tienes que pagar cinco euros para poder reclinarlos, como ocurre en algunos hospitales de Cataluña y han denunciado varios familiares en
twitter.
Una de las peticiones más comunes entre los sanitarios es mejorar el confort de las consultas: “Las sillas son realmente incómodas. No son lo ideal para pasarte toda una jornada de 8 y media de la mañana hasta las dos y pico”. La misma opinión tienen trabajadores en la
sanidad pública catalana: “Las sillas de las consultas son de esas de plástico que van unidas en cadena”.
La comodidad no mejora cuando hay que visitar a los pacientes en planta: “Hay veces que los controles de enfermería están en el extremo del pasillo y los trabajadores se tienen que hacer muchos kilómetros cada día”, ilustra
Mar Rocha, portavoz de
SATSE, que también lamenta la falta de iluminación o ventilación en las áreas de descanso.
A LEVANTAR LAS PIERNAS
Silla de un hospital gallego.
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“Los trabajadores de noche no tienen casi ni tiempo de tumbarse. Pero si lo hacen, a un sillón normal y a levantar las piernas”, comentan desde
CCOO del madrileño hospital Universitario Gregorio Marañón. Cuando hay suerte y hay dormitorios para el personal de guardia, tampoco hay muchas comodidades: “Son lo más simple del mundo, un somier con un colchón encima y una mesilla en el mejor de los casos. A veces tienes un pequeño armario y una televisión”, explica la cirujana de Madrid, que buscó una solución práctica hace unos años para poder tumbarse en uno de esos colchones: “Tuve que comprarme otra manta, porque la que me dieron la puse para amortiguar los muelles”.
Ahora, echa en falta más tecnología cuando trabaja de noche: “Los dormitorios deberían tener algún tipo de ordenador o tablet, porque tienes que desplazarte a planta para hacer una cosa que se podría hacer totalmente de forma electrónica. Es el único sitio que tenemos para estar tranquilos y cómodos y no podemos”. Y es que la petición de más ordenadores es un grito unánime entre los sanitarios: “Hay que turnárselos para poder hacer los registros de los pacientes”, remarca Rocha.
Sin embargo, la tecnología también puede ralentizar el trabajo en según qué casos: “Tenemos que ir con el carrito y un ordenador pequeño cuando repartimos la medicación. Es un poco incómodo, al final se te cansan los ojos”, comentan desde Cataluña.
CAMAS MODERNAS
Una cama hospitalaria sin las barras de seguridad.
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La situación no es la misma en todas las comunidades autónomas, pero tampoco en los propios hospitales, donde se notan las diferencias según la planta en la que se encuentre el paciente o la especialidad que se trate: “Por ejemplo, en la UPC, la UCI y en la Unidad Coronaria hay mejores camas que en otras plantas”, señalan desde CCOO del hospital madrileño, que pide mejoras en
Urgencias ya que “casi todas las
camas son manuales y son muy incómodas tanto para el trabajador como para el paciente. Nos dijeron que este año traerían unas 15 nuevas, pero hay unas 60”, señalan desde el sindicato, que también quiere nuevas grúas para mover a los enfermos.
“Afortunadamente, aquí la mayoría ya son eléctricas”, se congratula una trabajadora del sistema catalán que recuerda los problemas de espalda y las contracturas que generaban las manuales “tanto a sanitarios como a acompañantes”.
Pese a ello, critica que los pacientes y sus familiares tengan que pagar tres euros al día para poder ver la televisión en las
habitaciones: “También tienes que sacar una tarjeta para poder comprar en las máquinas. Un día se tragó las monedas y tuve que ir a la cafetería para que me lo devolvieran”.
RENOVACIÓN URGENTE
Silla de ruedas defectuosa.
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Otra de las reclamaciones es el tamaño de las puertas de las habitaciones o, incluso, de los aseos. Aunque los hospitales están realizando obras, algunos conservan accesos estrechos por los que resulta complicado introducir camas más anchas o una silla de ruedas. En el Hospital Germans Trias, por ejemplo, se han tenido que reformar varias habitaciones para que puedan entrar sin dificultad las nuevas camas adquiridas, adaptadas para gente más corpulenta. En el Hospital Gregorio Marañón, advierte CCOO, aún queda algún baño en el que no pueden entrar pacientes con silla de ruedas.
Los trabajadores también alertan de la dejadez en la que se encuentra parte del mobiliario, dando una mala imagen de los hospitales y poniendo en entredicho su higiene. El sindicato de enfermería SATSE Galicia solicita que lo revisen, “así como las habitaciones que tienen en total abandono sin mantenimiento alguno. Mesillas oxidadas, paredes desconchadas, agujeros en los techos…”
En los hospitales gallegos, añaden, “estos desperfectos han provocado que se haya tenido que retrasar ingresos porque las camas no disponían de baldas, que por seguridad deben tenerlas”. También hay problemas a la hora de descansar: “hay sillones con tapicería rasgada o camas con piezas peligrosas tanto para los usuarios como para los profesionales”.
“El mobiliario de los hospitales roza justito el aprobado”. Lo afirma una profesional de Cataluña, pero es el sentir general.
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