Pedro Duque durante la misión Cervantes Soyuz de 2003. Imágenes: ESA.
La curiosidad intelectual de
Pedro Duque, como el espacio, no tiene límites, así que lee
Redacción Médica, aunque no sea su tema, y ha charlado con
LA REVISTA para desmontar los
bulos pseudocientíficos que circulan por la red, como la
homeopatía o el movimiento
antivacunas. Desde
su perfil de Twitter, el astronauta lucha contra las
teorías conspiranoicas que, increíblemente, siguen vigentes en pleno siglo XXI y a pesar del enorme avance de la ciencia.
La ignorancia (por interés) es muy atrevida, tanto que un
terraplanista ha tenido el valor de discutirle a él, que la ha visto desde arriba, que la Tierra sea redonda. Según el
ingeniero aeronáutico, el problema es que la educación científica es pobre y la gente no es capaz de diferenciar la realidad de la ficción.
¿A qué cree que se debe el auge de movimientos como el antivacunas y el terraplanismo?
Es el resultado del cambio de estructura del flujo de información. Ahora a la gente le llega la información de otra manera y ocurre que, en lugar de recibirla filtrada, la filtran ellos mismos y solo ven lo que les conviene o lo que satisface sus opiniones anteriores. Esto hace que se radicalicen mucho los pensamientos de las personas y que haya gente a la que, de alguna manera, la han convencido de que la tierra es plana, de que las vacunas producen autismo o de que la homeopatía hace algo. Aunque se ha demostrado más de mil veces que eso son bulos, hay personas que se lo siguen creyendo. A través de Twitter, Facebook, etc., algo se vuelve viral y, si se hace bien –porque hay gente que lo hace aposta y por intereses económicos–, este tipo de noticias dan una vuelta por toda la red y, luego, desaparecen.
¿Qué intereses hay detrás de estas corrientes?
Detrás del bulo de la homeopatía hay unos interese muy claros de la gente que comercializa estas cosas, que son solo azúcar y agua. El bulo de los antivacunas lo creó un señor para vender una vacuna que había inventado él propagando que las demás eran malas. Luego hay gente que coge esas informaciones falsas y las usa para sustentar sus creencias. Algo común que tienen estos grupos de personas es que todos piensan que hay una conspiración subrepticia de una serie de gente que tiene el poder y que les quiere hacer creer las cosas que son verdad. Entonces, lo que hacen es apuntarse a una conspiración real, que es la que les hace creer las cosas que son mentira.
BOTIQUÍN ESPACIAL
Duque hizo el experimento Cardiocog en la Misión Cervantes.
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Para ser
astronauta hay que estar muy sano, no tener enfermedades autoinmunes ni debilidades físicas de ningún tipo, como propensión a formar
piedras en el riñón: “Eso es muy malo en el espacio porque la ingravidez hace que se pierda el calcio de los huesos y que se acumule ahí”, explica
Pedro Duque. Antes de viajar hay que evitar al máximo la transmisión de
enfermedades infecciosas; para eso están las
cuarentenas y el seguimiento médico previo a la misión. Superado todo esto, “lo que te puede pasar allí arriba son cosas menores. Obviamente, te puedes
descalabrar porque vas flotando por ahí y hay muchos bordes de metal, pero para eso llevamos un equipo de
suturar heridas”. Las enfermedades más comunes del astronauta son la
congestión nasal, que se produce por la
ingravidez y que puede dar dolor de cabeza y síntomas parecidos a los de un catarro;
trastornos circadianos del ciclo sueño-vigilia, porque “el sol no sale cada 24 horas”;
atragantamientos, ya que “si alguien está arreglando algo puede haber tuercas flotando por ahí y te puedes tragar una”; e
irritación de ojos, dado que “los residuos no se pueden barrer”, detalla el astronauta. “De todas maneras, llevamos medicinas para todo, por si acaso, pero nunca he visto a alguien tomar nada que no sea un
analgésico o un
antihistamínico. Ni me sé la lista de todo lo que hay ni me la quiero saber”, afirma Duque. En el
botiquín de la nave espacial todo está organizado por números y hay un encargado en órbita de aplicar los tratamientos. “No tiene que ser necesariamente médico, pero sí tener unas nociones básicas y saber abrir una vía respiratoria si hace falta. No obstante, si hace falta un especialista, se hace un
diagnóstico a distancia y el médico que está en la Tierra te dice el número del medicamento que tienes que tomar y la dosis. Y tú te fías porque no crees que haya ninguna conspiración”.
¿Cree que todo va en el mismo lote? Es decir, que el terraplanista es antivacunas y defensor de la homeopatía.
No me aventuro a diagnosticar esto porque lo mío es la Ingeniería, pero lo que veo por ahí es que existe un montón de gente que está siempre dispuesta a creer que hay una conspiración. Y, claro, cuando piensas así, te puedes creer todo. Lo que sí que debe de haber es un grupo de personas que son más propensas a caer en esto. El gran problema es que la educación no produce gente con suficiente alfabetización en el área científica para poder entender qué es verdad y cómo lo sabemos. Esas cosas no se explican bien en el colegio y, por eso, la gente no tiene criterio y se la engaña con las pseudociencias, que explican las cosas con palabras que parecen científicas cuando son tonterías muy grandes.
¿Por qué la evidencia científica ya no es suficiente para una parte de la población?
No es que no sea suficiente, es que no saben distinguir una evidencia de una charlatanería. Realmente, eso debería llamar la atención sobre cómo se explica la ciencia a los niños en los colegios. Antes, la gente podía tener un nivel cultural más alto o más bajo, pero si querían curarse iban al médico y se creían lo que este les decía. Con eso íbamos avanzando y por eso la esperanza de vida casi se ha doblado en los últimos cuarenta años. Pero ahora resulta que la gente ya no venera al científico como persona a la cual se cree siempre –aunque ningún científico se cree lo que dice otro hasta que no lo comprueba– y, cuando no tienes el nivel para distinguir qué es cierto y qué no lo es, te crees cosas que dice alguien que verdaderamente no tiene ni idea y que, simplemente, está haciendo mímica de la ciencia.
Hay gente que, incluso, se atreve a discutirle a usted, que lo ha visto en primera persona, que la tierra es redonda.
Quizá tienes que ser un poquito experto para darte cuenta de muchos de estos bulos. Circula por ahí que una manera efectiva de curar enfermedades consiste en dar hiperdosis de vitaminas. A lo mejor es un bulo, pero yo no lo sé y espero que los médicos lo discutan y que Redacción Médica publique la conclusión. Pero hay otros que están chupados: la homeopatía no puede funcionar nunca y no necesito saber de Medicina, solo un poco de física y de química orgánica, para darme cuenta de que eso es imposible. Es mentira eso que dicen de que la homeopatía funciona, pero no saben cómo. Es un horror. Otro bulo que es muy fácil desmontar es el de que la Tierra es plana, sobre todo para mí, claro. Basta con creerme un poquito a mí o a las 550 personas que han estado en el espacio para darse cuenta de que son tonterías. Además, desde el año 250 antes de Cristo sabemos cuál es el diámetro de la Tierra. Por lo menos deberíamos tratar de erradicar los bulos fáciles.
El primer viaje espacial de Pedro Duque, en 1998.
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Como, por ejemplo, el de que el hombre no pisó la Luna…
Bueno, quizá para ese bulo haya que tener un pelín de especialidad porque, al fin y al cabo, es difícil encontrar a alguien que haya estado en la Luna, fue hace muchos años y algunos originales se han perdido… Pero es menos sangrante pensar que el hombre no pisó la Luna que defender la homeopatía, que no tiene vuelta de hoja.
¿Cómo convencería a un antivacunas de que su teoría se basa en un bulo?
Esa persona tendría que ser capaz de entender una estadística de muertes por epidemia cuando se ha dejado de vacunar a la población. Hay que enseñarle la gráfica de cuál era la esperanza de vida antes de la vacunas y cuál ha sido después, porque el salto es inmenso. Hay que explicarlo un poco, pero considero que la gente tiene el nivel como para que erradiquemos esta creencia. Sobre todo, lo que hay que hacer es sacarle de la cabeza esta historia de las conspiraciones, porque una vez que la persona ya no cree que haya una conspiración es más proclive a que le entren los datos correctos. No hay grupos de
illuminati ni sociedades secretas que impiden que nos llegue la verdad. Si el que defiende que existe una conspiración lo hace por YouTube, después de un anuncio, desconfía porque seguro que eso sí que es falso: lo está haciendo para sacar dinero.
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