MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
Investigadoras del CIBERESP en la Escuela Andaluza de Salud Pública y el Centro Nacional de Epidemiología (Instituto de Salud Carlos III) advierten de la necesidad de realizar más estudios científicos que permitan abordar con datos objetivos las repercusiones de la pandemia de COVID-19 en el ámbito de la oncología, tanto sobre el riesgo y los efectos directos del SARS-CoV-2 en los pacientes oncológicos, como sobre los efectos indirectos en la práctica clínica o la investigación.
Así lo señalan en un artículo que publica la revista 'Medicina Clínica', liderado por las científicas Dafina Petrova y María José Sánchez, en el que dan una visión global de las implicaciones de la pandemia de COVID-19 para el cáncer en España.
Los pacientes oncológicos son considerados como uno de los grupos de alto riesgo ante la COVID-19. La mayoría de personas diagnosticadas de cáncer son personas de edad avanzada (más de 65 años), lo que aumenta las posibilidades de sufrir complicaciones. Además, el cáncer y los tratamientos con frecuencia causan inmunosupresión, y por tanto se cree que estos pacientes serán más susceptibles de padecer infecciones severas por el virus SARS-CoV-2 y a desarrollar COVID-19.
Por ello, varias sociedades científicas y grupos de expertos han publicado ya guías sobre cómo modificar la práctica clínica durante la epidemia de COVID-19, con recomendaciones para cambiar la asistencia sanitaria y los protocolos de tratamiento de cara a minimizar riesgos en estos pacientes.
En este sentido, el artículo incide en la necesidad de que la comunidad científica centre un mayor esfuerzo en ampliar el conocimiento sobre los efectos directos de la COVID-19 sobre los pacientes oncológicos, ya que es necesaria mayor evidencia sobre cuestiones cruciales como si el cáncer aumenta el riesgo de infección por SARS-CoV-2, cuáles son las variables clínicas que empeoran el pronóstico, y si la infección o su tratamiento podrían afectar la evolución del tumor.
Otra de las cuestiones que ponen de relevancia las investigadoras es el mayor riesgo que suponen las visitas inevitables al hospital por parte de esos pacientes, que podrían incrementar el riesgo de infección. Entre los efectos indirectos de la pandemia sobre el cáncer, señalan el riesgo de que se puedan producir demoras no intencionadas en el diagnóstico y el tratamiento del cáncer.
Unas demoras que pueden deberse tanto al cambio de funcionamiento del sistema sanitario como a las decisiones de los propios pacientes, por miedo al virus. "Esto puede generar un aumento en el número de casos diagnosticados en estadios más tardíos, con implicaciones sobre la supervivencia, la calidad de vida y los costes económicos", explican las autoras. En el lado positivo, en cuanto a la práctica clínica, apuntan a la utilidad de algunas modificaciones introducidas que pueden haber llegado para quedarse, como el uso general de la telemedicina.