El
sector sanitario es, desde hace meses, uno de los principales
blancos de los ciberdelincuentes, concentrando el
41 por ciento de todas las violaciones informáticas realizadas en el año 2019. En términos económicos, las
'brechas' en los sistemas de seguridad y la filtración de información sanitaria supone un coste mundial de 6,5 millones de dólares, aproximadamente unos
5,5 millones de euros, de media en los últimos 5 años.
No en vano, un estudio realizado por
Beazley breach Insights sitúa a la
atención médica como la industria más atacada por los ciberdelincuentes, especialmente durante la
pandemia de Covid-19, cuando los ciberataques aumentaron notablemente hasta en un
150 por ciento.
Tres de cada diez ataques estuvieron relacionados con la piratería o el malware, aunque también se produjeron
publicaciones accidentales en el mismo porcentaje. Al compararlos con los datos de 2017, el número de ciberataques ha aumentado mientras que el de las filtraciones involuntarias se ha reducido en casi 10 puntos. Esto se debe al aumento masivo de incidentes relacionados con los
fraudes por correo electrónico o phising.
Más dispositivos médicos conectados, más riesgo de ataque
El 17 por ciento de los ataques se relaciona con los programas de pruebas y otro 6 por ciento con los dispositivos portátiles. Un riesgo que podría aumentar en el futuro con el aumento de los dispositivos médicos conectados, que espera alcanzar el 68 por ciento en 2025.
La Organización Mundial de la Salud ya ha alertado en varias ocasiones acerca de este problema a nivel mundial. Por ello, diversas instuciones abogan por aumentar las inversiones en ciberseguridad en todo el sector sanitario, adecuando la transformación digital sanitaria bajo un gran paraguas de protección. Este tipo de medidas deberán permitir que se comparta la información de los pacientes de forma segura, así como la evolución de la historia clínica integrada y los datos.
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