La directora del Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas, Inmaculada Ballesteros.
Los
límites bioéticos y las restricciones en el uso de datos personales son los principales escollos que ha de salvar la aplicación de la
Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito investigador para, entre otros objetivos,
acelerar la búsqueda de tratamientos contra enfermedades como el cáncer. Así se advierte desde la Fundación Alternativas, el think tank vinculado al PSOE que se dedica, según reza su web, al "análisis objetivo de la realidad, nacional e internacional", así como a elaborar "propuestas válidas para resolver los problemas de la sociedad".
“Parece claro que el camino de la Biomedicina es el adecuado para mejorar los métodos de diagnóstico, pero aún es necesario determinar cómo se guarda el anonimato de las personas cuyos datos se usan para obtener la información necesaria”, explica la directora del Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas,
Inmaculada Ballesteros, amén de autora del informe
Inteligencia artificial y la creación artística.
En el documento, Ballesteros resalta que
“las posibilidades para el desarrollo de la medicina se han incrementado”: “La ciencia crea la herramienta que ha surgido de un proceso de investigación acumulativo. Cuando se produce un descubrimiento científico, como, por ejemplo, la pólvora o la energía atómica, muchas veces se desconoce la aplicación práctica. Por lo general, la investigación deriva en
aplicaciones que ayudan a los campos de la medicina, el suministro energético o muchos otros que mejoran la vida de las personas”, detalla.
“La IA se alimenta de datos, los necesita para poder generar modelos, sean del tipo que sean, como, por ejemplo,
enfermedades y patologías”, apunta a
Redacción Médica la experta, quien añade que, entre otros avances, ello ha ayudado a desarrollar herramientas de análisis de esos datos que funcionan a “una velocidad enorme”: “En el futuro, cuando se fabriquen ordenadores cuánticos, la información que ahora tarda en procesarse diez años, podrá obtenerse en uno o dos”.
Y es eso de lo que, principalmente, se puede beneficiar el ámbito sanitario: “Esa rapidez a la hora de procesar muchos datos de casos concretos es lo que podría dar la oportunidad a los investigadores de
relacionar mucho antes ciertas sintomatologías para identificarlas con tipos de enfermedades para, así, agruparlas y
desarrollar diagnósticos tempranos y específicos”. En definitiva, según la directora del Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas, el panorama que, en tal sentido, se presenta de cara al futuro es "alentador".
El peligro del uso inapropiado de datos sanitarios
No obstante, Ballesteros llama la atención sobre los problemas que surgen del manejo de esa gran cantidad de datos personales de usuarios de la sanidad. “Por ejemplo,
hay que asegurar que no acaban en compañías de seguros y que no se hace ningún otro uso inapropiado de ellos”, advierte.
Por último, la experta de la Fundación Alternativas destaca que, aunque la IA puede potenciar las posibilidades de la investigación y de la medicina,
el papel del profesional sanitario seguirá siendo indispensable: “Los algoritmos te dan una información muy técnica y muy útil, pero luego tiene que ser el médico y el enfermero el que sepa
aplicar de forma adecuada esa información”.
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