El exceso de calor o frío afecta a la capacidad de procesamiento de los sanitarios.
Con el mercurio de los termómetros disparado, médicos y enfermeros se las ingenian para sobrellevar de la mejor manera posible sus labores en los hospitales y centros de salud. Ciertamente, las opciones son escasas, pues las batas y los uniformes no dejan de ser obligatorios
cuando el calor aprieta, y son muchos los que se deben enfundar gorros, mascarillas y toda suerte de EPIS. Sucede, además, que al ponerse el sol la temperatura se desploma, especialmente en las instalaciones más antiguas, lo que origina un
‘baile’ térmico que arrastra tanto a profesionales como a pacientes.
“Por la mañana o la tarde
vamos sudando y por la noche con
chaquetita, es un déjà vu constante
”, desliza
Carmen Alonso, enfermera en el Hospital de Móstoles, quien achaca este fenómeno no solo al hecho de que el ambiente se refresque al caer el sol sino también al lógico descenso de la actividad. “Las personas generamos calor, y no es lo mismo lo que se hace durante el día, que muchas veces
vamos corriendo de aquí para allá, a las tareas de por la noche”, explica.
Cambios de temperatura entre plantas de hospital
Lo cierto es que no hace falta esperar a que se haga de noche para notar este vaivén climático, pues generalmente en los pisos más altos el sol aprieta con mayor intensidad y la temperatura del aire acondicionado, señala Alonso, es la misma en todo el edificio
salvo en UVI y quirófanos: “Ha habido casos de hospitales que tienen que
cerrar plantas por el calor y en otras están
con las ventanas abiertas”, detalla la también delegada de CCOO.
"Ha habido casos de hospitales que han cerrado plantas por calor y en otras están con las ventanas abiertas"
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Estos cambios bruscos de temperatura afectan al sistema inmune y pueden acarrear problemas de salud para profesionales y pacientes, como resfriados o malestar en los huesos o la piel. Por otro lado, también tienen implicaciones sobre la práctica asistencial, pues “en
situaciones de estrés”, recuerda Alonso, “todos lo que afecte al confort influyen en la capacidad de procesamiento a nivel cognitivo".
Batas ‘viejas’ y mucha agua frente al calor
Pero
soluciones para combatir el calor, desliza la enfermera, hay pocas. Primeramente, porque las batas y los uniformes, hechos de
poliéster, son los mismos en verano que en invierno, “y cuando hace calor,
te achicharras porque no transpiran”. De hecho, para estos casos puede ser mejor utilizar monos de trabajo más viejos “y blanditos”, pues, aunque el calor va a ser el mismo, resultan algo “más cómodos” para sobrellevarlo.
La madre de toda ciencia, zanja la enfermera, es la “paciencia”. Eso, y “mucha agua”, señalan a Redacción Médica desde la Sociedad Española de Medicina y Seguridad del Trabajo (Semst), que ‘invitan’ también a no tomar cafeína en exceso ni exponerse directamente al sol, en la medida de lo posible.
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