José Martínez Olmos.
La evolución de la incidencia acumulada de
Covid-19 muestra cifras preocupantes. La curva sigue especialmente acelerada entre los jóvenes de entre 12 y 30 años, que registran
niveles por encima de los 400 puntos, con Cantabria y Cataluña disparadas por encima de los 1.000. Un nuevo escenario de la crisis epidemiológica, cuando han transcurrido aproximadamente dos meses desde la finalización de la vigencia del estado de alarma, que exige
un nuevo modelo en el recuento de datos, por grupos de edad, tanto a nivel agregado de todo el país, como a nivel de cada CCAA. Así lo asegura
José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y exsecretario general de Sanidad, a
Redacción Médica.
El médico de profesión sostiene que, ante el
aumento descontrolado del número de contagios entre los jóvenes, convendría replantear los indicadores y umbrales que permitan
definir las medidas de control y otras restricciones necesarias desde el punto de vista de salud pública. “Publicar los datos de incidencia por grupos de edad permite establecer estrategias, ya sean de decisiones muy específicas o de carácter pedagógico e informativo.
Si hay que dar un mensaje a la población más joven, lo podemos hacer con datos que ellos mismos pueden entender. No es lo mismo hablar de una incidencia acumulada de 120 casos por 100.000 habitantes, que hablar de que, en el grupo poblacional de entre 20 a 29 años, este indicador se dispara por encima de 400”, expresa.
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A este respecto, Olmos considera que esta misma reflexión se tiene que realizar con otros indicadores fundamentales, como el de la
presión asistencial. “No es lo mismo decir hay poca presión asistencial y apuntar que han entrado cinco personas en la UCI, de las que cuatro son jóvenes, que no saber el grupo al que pertenecen los afectados”, insiste. Bajo el punto de vista del experto, conocer los datos concretos permite hacer una mejor pedagogía y mandar mensajes directos. “Incluso, si hay que tomar decisiones de movilidad u ocio nocturno,
el mensaje es más claro para la ciudadanía porque conoce el impacto concreto”, añade.
Olmos: "Todo lo que sea tener información real evita planteamientos alarmistas"
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El facultativo incide en que el alarmismo sucede cuando no hay fundamento para una preocupación, pero que, sin embargo, ahora existe “porque sabemos que hay una enorme incidencia en jóvenes”. En este sentido, explica que, al saber que un importante volumen de contagios se producen en grandes aglomeraciones, hay muchos contactos que rastrear.
Lo que se traduce en una sobrecarga de la Atención Primaria. “Estaría bien saber si el impacto a nivel asistencial es también es focalizado a la población de esas edades. Todo lo que sea tener información real evita planteamientos alarmistas”, reflexiona.
El profesor defiende que, desde el mes de mayo, ha subrayado la necesidad de cambiar el modelo y tener a disposición los datos por grupos de edad. Un hecho que se produjo por primera vez la semana pasada, cuando el aumento de la incidencia comenzaba a ser más que notable. “Desde que salieron por primera vez la semana pasada, hemos sido capaces de focalizar dónde está el desafío, que está en la población joven.
Hay que hacer visible la situación y ver el impacto específico”, manifiesta.
Una estrategia con varios frentes
Ante la explosión de casos entre jóvenes, Olmos plantea trazar una estrategia con varios frentes. Por un lado, incide en la necesidad de
restringir las actividades de ocio nocturno que generan esa situación, cuando las incidencias son muy altas. Una medida que ya han aplicado CCAA como Cantabria y Cataluña.
Olmos: "Hay un periodo de tiempo en el que, aunque se haga un esfuerzo por vacunar a los jóvenes, debemos combinar medidas"
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Por otro lado, el experto considera que se debe realizar una
estrategia de información y pedagogía muy dirigida a las poblaciones más afectadas, con mensajes que acaban con la sensación de falsa seguridad tan extendida en este grupo de edad. “Tenemos que acabar con la falsa seguridad de pensar que, al ser joven, el virus no afecta. Hay casos en los que habrá afectación grave, pero, además,
hay un entorno social, familiar o de trabajo de personas mayores que también pueden verse afectadas”, apostilla.
Por último, Olmos pone la lupa en la
vacunación de los más jóvenes, un proceso que “requiere de tiempo y dosis”. “Estamos priorizando los grupos de edad con más riesgo. Primero hay que acabar con la segunda dosis de Astrazeneca en aquellos que tienen pendiente completar la pauta. Cuando se vacune a la gente más joven, habrá que esperar un tiempo a que genere inmunidad.
Hay un periodo de tiempo en el que, aunque se haga un esfuerzo por vacunar a los jóvenes, debemos combinar medidas”, incide.
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