Medir la temperatura de las personas con
termómetros de infrarrojos no es una medida eficaz para detectar el coronavirus y mucho menos para evitar su expansión. Así de contundentes se han mostrado varios investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins en un editorial de la revista
Open Forum Infectious Diseases.
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El uso de termómetro infrarrojo se hizo muy popular a lo largo de todo el mundo en la primera ola de la pandemia como forma de controlar las
personas que entraban en un país a través de los aeropuertos. Su utilización se basaba en que la fiebre es uno de los
síntomas más comunes del Covid-19.
En marzo de 2020, el Departamento de Salud Humana de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), publicó unas directrices para determinar quién necesitaba atención médica por síntomas que sugirieran infección de SARS-CoV-2, con la toma de temperatura jugando un papel importante.
Estas directrices indicaban fiebre –tomada mediante estos termómetros dirigidos a la frente de la persona– cuando igualaba o superaba los 38 grados centígrados en escenarios no sanitaros, y 37,8 grados en los centros sanitarios.
Covid-19: la mejor forma de tomar la temperatura corporal
William Wright, de la Johns Hopkins, y Philip Mackowak, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, cuestionan este punto para un
cribado de Covid-19.
“Las lecturas obtenidas con NCIT [acrónimo en inglés de termómetro de infrarrojos sin contacto] están influidas por numerosas variables humanas, ambientales y de equipo, todas ellas pueden afectar a la precisión, reproducibilidad y relación de la medida con lo que se conoce como ‘temperatura corporal’”, es decir, la de la sangre en vías pulmonares.
“No obstante,
la única manera de tomar de manera fiable la temperatura nuclear del cuerpo requiere una cateterización de la arteria pulmonar, lo que no es seguro ni práctico como prueba de cribado”.
Detección del coronavirus en los aeropuertos
En el editorial que critica el uso de termómetros de infrarrojos, los autores ofrecen estadísticas para mostrar cómo éstos yerran como herramienta de cribado.
“A fecha de 23 de febrero de 2020, más de 46.000 viajeros fueron cribados con termómetros de infrarrojos en los aeropuertos de Estados Unidos, y solo se identificó a una persona como portadora de SARS-CoV-2”, señala Wright.
“En un segundo ejemplo, el personal de los CDC y los oficiales de aduanas cribaron aproximadamente a 268.000 viajeros hasta el 21 de abril de 2020, encontrando solo 14 personas con el virus”.
Los autores también mencionan un informe de los CDC de este noviembre que indicaba que
solo el 0,001 por ciento de los pasajeros había dado positivo en SARS-CoV-2.
Otro problema con estos termómetros es que podían dar lecturas confusas a lo largo del curso de la fiebre, lo que podría hacer difícil determinar cuándo una persona tiene o no.
Cómo mejorar la detección de coronavirus SARS-CoV-2
Wright y Mackowak concluyen señalando que los factores que afectan al cribado de temperatura con este tipo de termómetros pueden afrontarse mediante el desarrollo de mejores programas para discernir personas contagiadas de las que no lo están.
Entre las estrategias propuestas se encuentran: bajar la temperatura de corte para identificar personas infectadas sintomáticas, especialmente cuando se trata de mayores o inmunocomprometidos; tests de grupos para permitir vigilancia en tiempo real y seguimiento del virus en un escenario más manejable; termómetros inteligentes –wearables emparejados con smartphones–, y la monitorización de los desperdicios en depuradoras.
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