Una investigación realizada en la University College de Londres y publicada en la revista
Nature Communications señala que ninguna de las
mutaciones actualmente documentadas en el virus SARS-CoV-2, que provoca el coronavirus, parece aumentar su transmisibilidad en los humanos. El análisis se realizó con los
genomas de los virus de más de 46.000 personas con Covid-19, de 99 países recogidos hasta finales de julio de 2020.
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El hallazgo incluye una mutación en la
proteína de punta del virus llamada D614G, que fue
identificada en visones como una mutación común que puede hacer que el virus sea más transmisible. La nueva evidencia científica apunta que esta mutación no está de hecho asociada con un aumento significativo de la transmisión.
Los investigadores identificaron
12.706 mutaciones en el SARS-CoV-2. Para 398 de las mutaciones, hay una fuerte evidencia de que han ocurrido repetidamente y de forma independiente. De ellas, se centraron en 185 mutaciones que han ocurrido al menos tres veces de forma independiente durante el curso de la pandemia.
Para comprobar si las
mutaciones aumentan la transmisión del virus, los investigadores modelaron el árbol evolutivo del virus y analizaron si una mutación particular se estaba volviendo cada vez más común, es decir, comprobando si, después de que una mutación se desarrolla por primera vez en un virus, los descendientes de ese virus superan a los virus sin esa mutación particular.
Los expertos no encontraron pruebas de que ninguna de las mutaciones comunes esté aumentando la
transmisibilidad del virus. En cambio, encontraron que la mayoría de las
mutaciones comunes son neutrales. Descubrieron que la mayoría de las
mutaciones comunes parecen haber sido inducidas por el sistema inmunológico humano, en lugar de ser el resultado de la adaptación del virus a su nuevo
huésped humano. Esta situación contrasta con otro análisis del mismo equipo sobre lo que ocurrió cuando el SARS-CoV-2 saltó posteriormente de los humanos a los visones de granja.
"Cuando analizamos los genomas del virus procedentes del visón, nos sorprendió ver que la misma mutación aparecía una y otra vez en diferentes granjas de visones, a pesar de que esas mismas mutaciones rara vez se habían observado en humanos anteriormente", explica Lucy van Dorp, primera autora del estudio.
"Es muy posible que hayamos pasado por alto este período de adaptación temprana del virus en los seres humanos. Anteriormente habíamos estimado que el
SARS-CoV-2 saltó a los humanos en octubre o noviembre de 2019, pero los primeros genomas que tenemos datan de finales de diciembre. Para entonces, las
mutaciones virales cruciales para la transmisibilidad en los humanos pueden haber surgido y haberse fijado, impidiendonos estudiarlas", señala otro de los autores de la investigación, François Balloux.
Es de esperar que un
virus mute y eventualmente se divida en diferentes linajes a medida que se vuelve más común en las poblaciones humanas, pero esto no implica necesariamente que surjan linajes más transmisibles o dañinos. "El virus parece estar bien adaptado a la transmisión entre humanos, y puede que ya haya alcanzado su estado óptimo de aptitud en el huésped humano en el momento en que se identificó como un nuevo virus", apunta Van Dorp.
Mutación del SARS-CoV-2 y efectividad de la vacuna
Los investigadores advierten de que la inminente
introducción de vacunas probablemente ejercerá nuevas presiones selectivas sobre el virus para escapar al reconocimiento del sistema inmunológico humano. "Esto puede conducir a la aparición de mutantes que escapen a las vacunas", alertan los investigadores.
"Las noticias sobre la vacuna tienen buena pinta.
El virus puede adquirir mutaciones de escape de la vacuna en el futuro, pero confiamos en que seremos capaces de marcarlas rápidamente, lo que permitiría actualizar las vacunas a tiempo si fuera necesario", concluye Balloux.
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