La irrupción de
nuevas variantes del SARS-CoV-2 ha puesto en duda la efectividad de las vacunas contra el Covid-19 al evadir parcialmente la respuesta inmune algunas de ellas, como la sudafricana o la brasileña. Esto ha llevado a algunos investigadores a pensar
si este coronavirus se comportará como la gripe y hará falta una vacunación anual para hacerle frente.
Para comprobar esta posibilidad, investigadores de Charité - Universitätsmedizin Berlin, en Alemania, han comparado la evolución de las mutaciones en dos coronavirus bien conocidos, 229E y OC43 (causantes del 10 por ciento de los resfriados comunes del mundo), con el virus de la gripe H3N2 a lo largo de las últimas décadas.
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Así, determinaron que el virus de la gripe acumula anualmente 25 mutaciones por cada 10.000 nucleótidos, mientras que los coronavirus acumulaban 6. Es decir,
la tasa de variación del ARN de los coronavirus era mucho menor. Particularmente, los genes de la proteína S, que es la que se une al receptor celular, mutaban a una velocidad tres veces menor que los de la región de unión con el receptor de H3N2.
Actualmente, la tasa de evolución de SARS-CoV-2 es de unas 10 mutaciones por cada 10.000 nucleótidos al año, mayor que la de los coronavirus endémicos. Sin embargo, “cuando los contagios son tan altos, el virus es capaz de evolucionar rápidamente”, ha comentado
Jan Felix Drexler, investigador del Instituto de Virología de Charité.
Eso quiere decir que el virus muta a mayor velocidad porque su expansión es mayor, lo que implica que será necesaria una vigilancia estrecha de cómo combaten las vacunas esas nuevas variantes que surjan, actualizándolas con frecuencia.
Vacunación del Covid-19 en un escenario post-pandemia
A medida que la pandemia remita –gracias a la inmunidad conferida por la infección o por las propias vacunas– el virus no estará tan expandido y la ‘deriva antigénica’ del mismo se ralentizará, prevén los autores de este
estudio sobre la evolución del coronavirus, publicado en la revista
Virus Evolution.
“La presencia única de la altamente conservada proteína de protección de corrección de pruebas nsp14 en todos los coronavirus implica que
la evolución de SARS-CoV-2 tendrá similaridades con la evolución de los coronavirus estacionales en un escenario post-pandémico”, señala el artículo.
En este escenario de ‘nueva normalidad’, las propiedades del virus y las respuestas relativamente fuertes de células T que logran las vacunas hacen pensar a los autores que esos futuros antídotos serán eficaces durante años y, por tanto, no parece probable que sea necesaria la vacunación anual.
“Basándonos en las tasas de evolución vistas en los coronavirus endémicos del resfriado común, esperamos que el
SARS-CoV-2 empezará a cambiar más lentamente una vez que las infecciones comiencen a descender, lo que quiere decir que una gran parte de la población mundial ha desarrollado inmunidad a través de la infección o por la vacunación”, comenta Drexler.
“Estimamos que las vacunas tendrán que ser monitoreadas con frecuencia a través de la pandemia y ser actualizadas cuando sea necesario. Una vez la situación se haya estabilizado, las vacunas probablemente durarán más tiempo siendo efectivas”.
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