Siglo y medio en el que la Aspirina ha sido sin duda su cénit, y en el que ha habido otras aportaciones a la mejora del bienestar social.



3 oct. 2013 17:19H
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Redacción. Madrid
Las sombras de Bayer en estos 150 años ya de historia van desde lo que pueden ser considerados anecdóticos efectos secundarios de algunos de sus fármacos, a muertes que han requerido de indemnizaciones y acuerdos extrajudiciales multimillonarios, hasta la colaboración con el movimiento nazi de Adolf Hitler, una de las mayores manchas en el currículo de la multinacional. Parte de esta relación quedó plasmada en el libro "La Aspirina: La historia de una droga de maravilla", de Diarmuid Jeffreys, que investigó el patrocinio de Bayer en experimentos nazis.

Rainer Krause, consejero delegado de Bayer Hispania.

En este volumen se esboza, por ejemplo, que la adhesión a la idea de la pureza de la raza era tal en la empresa que se llegó a silenciar que el primero que sintetizó la Aspirina, el famoso ácido acetilsalicílico, fue un judío, Arthur Eichengrün, y la historia oficial lo atribuyó al científico ario Felix Hoffman. La participación de Bayer en el Holocausto la detallan múltiples sitios en internet, que aseguran que desde 1925 hasta 1951 Bayer se convirtió en parte de IG Farben, un conglomerado de las industrias químicas alemanas que formaron la base financiera del régimen de Hitler, y que operó incluso una vez derrotada Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

Zyklon B, un producto químico usado en los compartimentos del gas de Auschwitz. La wikipedia lo define como “la marca registrada de un pesticida a base de cianuro que se usó en la Alemania nazi durante el Holocausto para asesinar a millones de personas”. Esta enciclopedia virtual afirma que “el pesticida fue utilizado como arma química por los alemanes en las cámaras de gas de los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau, Majdanek y Mauthausen” y que “en enero o febrero de 1940, se utilizó sobre 250 niños gitanos de Brno (entonces Checoslovaquia, hoy República Checa) en el campo de concentración de Buchenwald para probar el efecto del gas”. También relata que “en septiembre de 1941 cerca de 600 prisioneros de guerra soviéticos fueron gaseados con Zyklon B, siendo ésta la primera experimentación con el gas en el campo de Auschwitz”.

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