Redacción. Madrid
La Fundación Hospitales Nisa y la empresa de alimentación Aramark han elaborado una ‘Guía Alimentaria para Mayores’ con la que quieren colaborar para lograr una correcta y completa alimentación, luchando contra los condicionantes negativos que acechan a este colectivo, tales como la soledad, la enfermedad, los cambios metabólicos y el consumo de fármacos que dificultan la correcta asimilación de nutrientes, entre otros.
Joaquín Montenegro, director general de Hospitales Nisa.
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Según ha resaltado Javier Maravall, endocrinólogo de los hospitales Nisa Aguas Vivas y Rey Don Jaime y coautor de esta guía, “existen diferentes puntos problemáticos en la ingesta de las personas ancianas”, entre los que ha destacado el riesgo de la deshidratación o un aporte inadecuado de fibra en la dieta cotidiana, lo que unido a la escasa actividad física y los cambios fisiológicos del aparato digestivo relacionados con la edad, termina derivando en la aparición del estreñimiento.
Además, el especialista ha destacado que “hay que tener cuidado con las calorías, tanto por exceso como por defecto”, así como la importancia de vigilar la adecuada ingesta de alimentos con proteína de alto valor biológico, “pero sin exceder en el tamaño de las raciones”.
Causas de malnutrición en mayores
El origen de la malnutrición en personas mayores suele estar relacionado con varios factores. “En primer lugar es importante valorar el entorno y soporte de la persona anciana, conocer su grado de autonomía y si tiene o no limitaciones en la movilidad”, destaca la Fundación Hospitales Nisa en un comunicado en el que también apunta a los recursos económicos como determinante a la hora de llenar la cesta de la compra.
Por otro lado, el estado de salud del anciano también es importante: si existen enfermedades crónicas que obliguen a modificar la calidad de la dieta, o la cantidad, o la textura, o incluso el mismo proceso de masticación, digestión y posterior absorción a nivel intestinal. Además, “no debemos olvidar que en esta franja de edad es muy frecuente la polifarmacia, lo que puede tener influencia sobre el apetito y la tolerancia digestiva, así como la posibilidad de provocar interacción en la absorción de determinados nutrientes”.
“En otras ocasiones, el problema fundamental será la desnutrición. Un anciano desnutrido será más susceptible a enfermar, y a que el organismo tenga menor capacidad de recuperación ante la enfermedad. Y a que la enfermedad provoque más complicaciones: infecciosas, cardíacas, renales, hepáticas, etc. En definitiva, un anciano desnutrido tendrá mayor riesgo de muerte”.
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