La protección de los más pequeños debe empezar a primera hora de la mañana.
23 jul. 2018 14:30H
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POR REDACCIÓN
El ojo tiene un sistema natural para protegerse de la radiación ultravioleta procedente del sol y que no se dañe la retina. Las cejas y los párpados, junto con la córnea, el iris y el cristalino actúan como filtros naturales para protegernos del sol. Sin embargo, los ojos de los niños son muy susceptibles al daño producido por la radiación solar debido a que tienen el cristalino muy transparente y pasan en verano muchas horas expuestos a la luz solar.
"Podemos proteger los ojos de los pequeños de la casa con gorras o sombreros en las horas de máxima exposición solar y a partir de los 2 o 3 años de edad gafas de sol para niños con filtros solares adecuados y si es posible con protección lateral", ha explicado Francisco Javier Lara Medina, oftalmólogo de HLA Montpellier.
Hay que tener especial precaución con el sol a primeras horas de la mañana así como a última hora, ya que los rayos solares inciden directamente sobre los ojos de los niños y podrían ser más perjudiciales.
El efecto de la radiación solar sobre las estructuras del ojo es acumulativo, como ocurre en el caso de la piel y por tanto debemos proteger los ojos de nuestros hijos de la misma forma que protegemos su piel.
"Los adultos deberíamos tener las mismas consideraciones y deberíamos utilizar las mismas medidas de protección. Además, existen ciertas patologías oculares que pueden verse agravadas por la radiación solar", ha apuntado Lara. Diversos estudios han mostrado que existe una relación directa entre la exposición solar y la aparición de cataratas. A nivel de la conjuntiva, un exceso de radiación solar puede provocar sequedad ocular y aparición de pterigium y pinguéculas, que son crecimientos anormales benignos de la conjuntiva. En la edad adulta también podemos sufrir degeneración macular asociada a la edad, una enfermedad de la mácula que aparece a partir de los 50-55 años de edad. Hay que intentar prevenir la exposición solar para evitar su aparición y en el caso de sufrirla para intentar prevenir su progresión a formas más severas de enfermedad.
Además hay que recordar que la piel del párpado está muy expuesta a la luz solar y debemos protegerla para evitar la aparición de lesiones precancerosas como es la queratosis actínica. Las personas de piel clara, cabello rubio o pelirrojo y ojos azules o verdes, son más propensos a desarrollar una o más de estas lesiones cuando se exponen al sol durante mucho tiempo.
Las gafas de sol
"Para asegurarnos de que las gafas de sol son de calidad hay que comprobar que tienen el marcado CE, es decir, que cuentan con el certificado de la Comunidad Europea", ha remarcado Lara.
Otro aspecto a tener en cuenta es el filtro solar de las lentes. Según el grado de intensidad con el que filtran las lentes la luz visible, la Unión Europea clasifica estos filtros de 0 a 4 grados. Las gafas de categoría 0 reducen hasta un 20 por ciento la luz visible y se recomiendan como gafas de confort. Las de categoría 1 reducen desde el 20 al 57 por ciento y se recomiendan para actividades como pasear por la ciudad, las de categoría 3 entre un 82 y un 92 por ciento y son adecuadas para actividades al aire libre, como pasear en bicicleta o deportes de exterior. Finalmente, las de categoría 4 reducen entre el 92 y 98 por ciento de la luz visible y son recomendadas para actividades en alta montaña y deportes acuáticos intensos.
El aumento de la conjuntivitis
Algunas bacterias y/o virus no pueden ser eliminados por el cloro y dan lugar a infecciones en los ojos conocidas como conjuntivitis de las piscinas. Es una afección bastante frecuente en verano en niños que produce ojos rojos, escozor, lagrimeo y sensación de arena en los ojos junto con la producción de abundantes legañas. Hay que distinguirla de la irritación de los ojos producida por un exceso de cloro en el agua, en ese caso, aunque los ojos están rojos no suelen existir legañas.
Para evitar el contagio en piscinas públicas hay que tener en cuenta unas consideraciones sencillas que pueden evitar amargarnos los días de vacaciones. "Hay que evitar compartir toallas, ducharse tras el baño, usar gafas de buceo y evitar que los niños las compartan", ha finalizado Lara.
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